56. Más y aromas

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La celebración dio por "concluida" para algunos de los pilotos, decididos a regresar por el camino que más les convenía. Sus habitaciones seguían siendo la meta final.

—¿No te parece extraño? —Acarició el dorso de la mano del holandés con sutileza y amor enajenado.

—¿Hm? —Max parece regresar en sí, como si él también hubiese estado momentos atrás en sus propios pensamientos. Ejerció un poco más de fuerza en la mano del mexicano — ¿Qué?

—Carlos.

Sergio dirigió su vista en dirección de Max.

—Rivera, Max. Rivera —Puntualizó para evitar confusiones.

El contrario bufó cuando supo que no era de su amigo, del quién hablaban.

—¿Ese qué? —Se le escucha disgustado.

Sergio entornó los ojos, apartando su mano de la de Max. Retomó la palabra después de cruzar sus brazos por debajo de su pecho.

—Deja lo territorial de lado por un momento, fiera —Alegó serio, pero no severo — Me refiero a que sí no te parece demasiada coincidencia que él fuese el invitado.

Verstappen lo reflexiona con menos cautela. Pero evita pronunciar en alto sus opiniones.

—No lo consideré —Testificó.

Sergio le observó, incrédulo.

—¿De verdad?

—Estaba más concentrado en cuidarte y en hacerte el amor —Añadió a su alegato. Como si nada, pero intentando desviar la atención del punto inicial.

Sergio se ruborizó. Desconcentrándose y avergonzándose ante el poco pudor de Max.

—Se llama ser posesivo, Max.

Emilian sonrió coqueto.

—No soy posesivo. Pero atraes a demasiados idiotas —Enrolló una de sus manos a la altura de la cintura del mexicano, acercándolo hacia él.

—¿Y eso en qué te convierte a ti? —Sergio encuesta, riéndose suave y alegre. Encantado por la actitud cariñosa del alfa contrario.

Max ríe, oculto ahora en el cuello y clavícula del omega.

—En un idiota —Besó la tibia piel del tapatío — Pero el número uno y el único que tiene y debe tener el privilegio de estar a tu lado — Inhaló hondo, capturando completamente la esencia del hombre de hebras azabaches y estatura más baja.

—Siempre consigues hacer de tus palabras una frase encantadora ¿no? —Acarició la mandíbula detallada y de rasgos masculinos con su mano izquierda, percibiendo la barba incipiente del neerlandés.

Max soltó otra risa suave y juguetona.

—Naturaleza de los Verstappen —Añadió.

Sergio le tomó del rostro, observándole y mirándole incrédulo.

—Aunque no lo creas, mi padre también es amable —Añadió, sin alejarse de las manos del tapatío.

—Me parece difícil de creer.

Max mordió su labio inferior, sopesando la información.

Yo, perdona —Sergio cayó en cuenta sobre lo que acaba de decir y el cómo podría escucharse. Lo que menos deseaba ahora era crear un conflicto como consecuencia de su lado bocazas.

Max regresó en sí.

—Reconozco que mi padre no crea las mejores relaciones —Se reincorporó al escuchar las puertas del elevador abrirse — Pero admito que espero en un futuro poder estar con ambos en una habitación, sin conflictos.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora