Al día siguiente Sergio no se presentó a trabajar. Todo el grupo lo notó y aunque Max quiso ir a preguntar el porqué y no creer que fue parte de su culpa, su cabeza no le dejaba de atormentar.
Verstappen no se atrevió a cuestionar a alguien de la situación o de la excusa que Pérez les entregó a los trabajadores para que le permitieran no asistir aún teniendo cerca la próxima carrera. También por el hecho de que Jos le tuvo muy bien vigilado.
Aquel día, Max entrenó sólo.
El segundo día tampoco se presentó a trabajar. Max estuvo aletargado e irritado sin saber exactamente por qué, aunque sospechaba la razón.
El de tez nívea intentó acercarse sigilosamente a los trabajadores cada que escuchaba el nombre del omega recesivo en sus bocas, y aunque no le provocaba gran gracia, prefería enterarse de la situación de su compañero.
Aquel día tampoco se enteró de la situación real de la inasistencia del mayor, así que mantuvo el mal humor hasta finalizar su jornada, no obstante, mostró imperturbabilidad y transparencia que enorgulleció a su padre.
Jos creyó ciegamente que Max comenzaba a comprender su actitud y posición hacia él. Pensando que esa etapa de rebeldía ya se le pasaría al menor.
El tercer día fue el colmo para Verstappen. La frustración que se le avecinó por no conocer la situación del mayor que le haría no asistir durante tres días consecutivos le orilló a llevar al extremo su automóvil.
Descuidando las llantas traseras y perdiendo el control del auto, dejándolo a mitad del circuito. Max bajó notablemente enojado del monoplaza y aunque intentó inútilmente contenerse, no logró evitar patear con rudeza y hosquedad el neumático que se había salido de su lugar.
—¡Maldición! —Bramó el alfa — ¡Quiero que arreglen esto de una vez! ¡Seguiré corriendo! — Advirtió por el micrófono de la radio que le comunicaba al Paddock.
—Ya escucharon a mi hijo, cambien esos neumáticos de una vez —Demandó el alfa, padre de Emilian.
Todos se movieron inmediatamente. No tenían que ser ciegos para percibir la molestia del Verstappen menor y la satisfacción del Verstappen mayor.
Era mejor no interferir con ninguno de los dos cuando se encontraban en ese contradictorio estado al mismo tiempo.
—Uh-hnmg —Un bajo sonido se escapó de sus labios húmedos y rojizos.
Se retorció sutil sobre sus sábanas blancas en las que su cuerpo brilloso relucía más sublime.
—¡Nhg! —Gimió un poco más alto cuando introdujo más profundo sus dos dedos — Por un demonio — Mordió su lengua con algo de rudeza. Intentando acallar sus sonidos obscenos que le avergonzaban el alma.
Sergio había olvidado lo que era tener un celo. Ahora se arrepentía de no haber tomado sus supresores hace dos días atrás.
Quizás había olvidado los síntomas del precelo, pero jamás se borraría la sensación que le daban un día antes de comenzar su celo. Debió hacerle caso a su cuerpo e instinto. Y ahora estaba allí, intentando darse clemencia y satisfacerse.
Pero sentía que era casi imposible.
El no haber tenido un celo por más de diez años era todo un desafío, sin embargo la batalla real era enfrentarlo después de tanto tiempo y con sólo los dígitos.
Había perdido la práctica, no conocía más a su cuerpo y sensaciones. Su omega se sentía frustrado por no sentir paz.
—Bien, sólo por hoy —Cedió ante sus propios pensamientos que había querido bloquear desde un comienzo — Sólo por hoy pensaremos en él — Chilló casi extasiado.
Un poco más aliviado por no continuarse prohibiendo innecesariamente. Después de todo el contrario jamás se enteraría.
Sergio hundió sus dos dígitos nuevamente, cerró sus ojos y dio una bocanada larga cuando el nombre del piloto compañero surcó en su cabeza. Su omega se removió más inquieto de lo habitual.
—Ah —Abrió más las piernas en su inconsciencia, permitiendo que sus dedos fueran aún más hondo y tocaran ese punto dulce que le provocaba más placer y el cual, había olvidado. Checo mordió su labio inferior mientras abrió sus ojos, dejando entrever un brillo inconfundible de placer entre tanto color almendra.
Su cabeza fue más allá de lo que pudo haber concebido en su juicio, su omega chilló extasiado cuando consideró la idea de tener al alfa menor debajo suyo mientras le cabalgaba sin temor y en busca de su placer.
Mientras se aferraba a sus hombros y se inclinaba un poco hacia delante para ir más hondo.
Mientras que Max clavaba sus dedos en sus caderas y le sostenía posesivamente.—Carajo —Checo se permitió un instante para ponerse sobre sus rodillas y pasaba su mano hacia atrás, incrustando ahora tres de sus dedos en su cavidad húmeda por su propio lubricante natural — Oh-n — Bajó la intensidad de sus embestidas mientras se ayudó con la cabecera grande de la cama para sostenerse.
Nuevamente cerró los ojos para permitirse pensar en Max Verstappen. Se sentía avergonzado, pero su vergüenza no evitaba que se sintiera igual de bien.
Entonces su omega relució por primera vez después de tanto tiempo dormido. Los ojos almendra se pintaron y brillaron en un azul celeste casi oscuro, tomando desprevenido al mexicano.
No se asustó. Ni siquiera lo había notado por ser algo que duró escasos segundos.
—Max —Pronunció su nombre sin ser consciente de ello completamente.
Logrando acabar por primera vez desde que comenzó su celo. La respiración de Sergio era arrítmica y densa, provocándole un mareo que desestabilizó un poco su cuerpo.
—Debo ser un idiota —Refunfuñó indignado mientras sacaba sus dedos llenos de lubricante natural de su interior.
Se levantó como pudo y se fue a recluir a su baño, encendió la ducha y dejó que la bañera se llenara. En definitiva no tendría fuerza para mantenerse de pie.
Max corría como nunca antes. Terrible. Tomaba mal las vueltas y desaceleraba sin control.
Gruñía y maldecía sin pudor y cuando finalmente se había encargado de tomar la última vuelta bien, su animal interno sobresalió sin su permiso.
Casi como un llamado.
Max perdió el control del auto unos instantes, deteniéndose en abrupto cuando supo que su alfa se removió inquieto dentro suyo, tomando el poder por escasos segundos.
Se miró por el espejo del auto y ahí lo vio, sus zafiros encendidos en un rojo vivo y sediento. Jamás lo había visto brillar tan pasionalmente.
Cerró los ojos con rudeza e intentó regularse y retomar el control de su cuerpo, sintiéndose un tanto sofocado por la situación.
—¿Max, te ocurrió algo? —La voz de Jos es de sincera preocupación que fue casi inmediatamente oculta para evitar verse débil.
—Sólo cinco minutos. Denme cinco minutos —Rogó gutural y un poco bajo.
Ese sentimiento había sido lo suficientemente fuerte como para darle una leve arritmia y una entrepierna cautelosamente despierta.
¿Qué le había ocurrido?
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Amores Enemigos
Fanfiction•Sergio Pérez & Max Verstappen •Omegaverse •Red Bull El más grande secreto de Sergio Pérez o más conocido como Checo Pérez finalmente sale a la luz, y un alfa un poco dominante no está contento con la nueva noticia. Aparte de no ser alfa, resultaba...