Sergio se sentía de maravilla. Había pasado casi dos semanas desde que redujo considerablemente la dosis de los medicamentos, obteniendo un resultado magnífico. Su rendimiento, concentración, durabilidad y ánimo habían mejorado.
—¡Eso fue un tiempo récord, Checo!
Su gente le felicita por el grandioso entrenamiento que había dado aquella tarde.
—Parece como si tuvieras energía todo el tiempo —Esta vez un hombre que hacía uso del casco de la radio del paddock se acerca hasta el tapatío una vez que le congratula, dándole una alegre palmada en el hombro mostrándose orgulloso por el desempeño actual.
Sergio no se cohibió ante los gestos de sus compañeros de equipo, amigos y conocidos, pues era una demostración de que tan bueno y mejor podría llegar a ser.
—¿Les parece que tomemos un descanso de media hora? —Una mujer cuestiona, escribiendo el tiempo de Pérez en la tablilla de notas.
Todos, incluido el omega recesivo, asienten positivamente.
Sergio salió del garage para dirigirse a darse una ducha y refrescarse como se debía. Ahora que su cuerpo comenzaba a desintoxicarse sentía menos frío y su temperatura era más acorde a su actividad y clima.
Al empujar despreocupadamente la puerta y notar que esta se detenía por inercia una vez que se ve obstruida del otro lado, Sergio se tensó automáticamente al recordar quién se encontraba dentro de los vestidores.
El mayor abrió presuroso, abalanzándose hacia delante y llevando sus manos al hombre que sostenía su rostro como respuesta al dolor.
—Demonios —Bramó adolorido.
Ciertamente, cuando uno actúa sin rememorar todo lo que está involucrado, habitualmente, se vuelven acciones poco conscientes, siendo así movimientos que se rigen bajo la enajenación.
El hombre de estatura baja dirigió impulsiva e inconscientemente sus manos al rostro nívea del menor, intentando cerciorarse de que no hubiese ocasionado (por su descuido) alguna lesión.
—Espera, deja de moverte Max —Le detiene con firmeza.
Verstappen atiende el mandato de Pérez, permitiendo así, que se cerciorará de su estado.
Checo actúa por reflejo, deslizando su pulgar derecho por uno de los pómulos de Max quién no es reacio inmediatamente ante el gentil roce del castaño obscuro.
Ambos son ignorantes de sus pupilas dilatas.
Verstappen le escudriña, sintiendo prontamente a su corazón bombear con mayor velocidad.
—¿Te duele?
Curiosea el mayor. Max llevó sus manos hacia las del omega recesivo.
—No —No hay hosquedad en su respuesta pese a ser simple.
Verstappen sostuvo suavemente las manos de Pérez, apartándolas de su rostro y manteniéndolas inconscientemente entre las suyas.
—No parece que te lastimé de más —Sergio se encogió de hombros, un tanto azorado y confundido.
Ese aspecto vulnerable y sumiso que Sergio dejaba entrever no pasa desapercibida para Max, analizando con interés el porqué el mayor se encargaba de contradecirle, bromearle y tratarlo como sí fuese cualquier otra persona cuando podría mostrarse así ante (y sólo para) él.
—¿Venías a ducharte?
Sergio regresó en sí, asintió.
Max finalmente soltó sus manos.—Ve —Fue casi amable.
Checo dibujó una sonrisa discreta en su rostro.
—Adiós Max —Pronunció. Encaminándose hasta las duchas sin más conflictos u obstáculos.
Dejando al menor en los vestidores y con su lobo como un cachorro emocionado.
¿Qué le sucedía?
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Amores Enemigos
Fanfiction•Sergio Pérez & Max Verstappen •Omegaverse •Red Bull El más grande secreto de Sergio Pérez o más conocido como Checo Pérez finalmente sale a la luz, y un alfa un poco dominante no está contento con la nueva noticia. Aparte de no ser alfa, resultaba...