Amores Enemigos

36. Enfrentamientos

—Adelante.

Sergio abrió la puerta cuando le permitieron adentrarse, encontrándose con Helmut, el antiguo dueño de la escudería, Dietrich, y el hijo del alfa dominante, Mark.

Sintió sus nervios crisparse.

—Entonces era cierto que saliste de competencia —Dietrich inicia la conversación tajante y más disgustado que de costumbre.

—Sí señor.

—Papá —Reprocha el más joven de la sala.

—Supongo que Horner ha sido el encargado de enviarte —Dietrich se levanta de la silla en la que estaba.

Checo asiente silencioso. Helmut se mantiene silencioso y casi satisfecho del disgusto provocado e inducido en su superior.

El ex dueño de Red Bull se encamina a la salida, posicionándose a su costado y mirándole apenas. Posando su vista en la glándula omega y frunciendo el ceño cuando no ve marca alguna que delatara su enlazamiento con el alfa de Max.

Observa ahora a Helmut. Y de allí a su hijo.

—Te corresponde a ti... conversar con los pilotos y trabajadores, hijo —Concede la oportunidad de duda a Sergio. Tranquilizándose y tomando neutralidad sobre el asunto — Encárgate de mantenerme al tanto en caso de tener dudas — Regresa su visión al omega a su costado. Pero no es capaz de dirigirle palabra alguna y sólo sale del lugar sin más.

—Permaneceré. Sí no te importa, Checo —Informa el más joven de la habitación.

Sergio es invadido por un leve alivio al sentir cierto tipo de apoyo por parte del hijo de Dietrich. Este niega suave, permitiéndole que permaneciera en el lugar mientras recibía un chequeo.

—Respira hondo —Helmut frunció cauteloso el ceño. Posando el estetoscopio en su abdomen, buscando lesiones o algún matiz fuera de lugar.

Pérez acata la orden. Hace cada pedido que el contrario le demanda, sintiéndose un poco confundido cuando se chequeo demora de más.

—¿Ocurre algo, doctor Helmut? —Mark le gana las palabras a Sergio.

—Debo admitir que no es mi área, hace años que no trato con algo similar —Quita el estetoscopio — Pero si mi memoria y oído no me falla — Observa al hijo del antiguo dueño de Red Bull Ricing — Sergio, será mejor que te hagas un ultrasonido con la doctora Fen.

—¿Qué? ¿Él está bien? —El más joven sale a la defensa del azabache, preocupado.

Sergio sufre un pequeño espasmo de temor y preocupación. No, no es posible. Pensó el mexicano.

—Él se encuentra bien. Pero quizás, ahora mismo esté gestando —Anuncia serio.

Intentando no alterar de más al tapatío.

—No puedo concebir. Usted lo sabe.

—Creo que es hora de enfrentar la posibilidad de que el haber dejado a tiempo los supresores y medicamentos detuvo el posible cáncer en tu interior, Sergio —Aligeró el rostro el alfa — Y de ser aquel el caso, debes estar agradecido de que no fuese cáncer.

El tapatío sintió que todo su mundo trastabillo.

Ahora, ninguna de las dos opciones podría ser la mejor para él y su futuro dentro de la F1.

Sin embargo, también había una alta posibilidad de que el cáncer comenzara hacer acto de presencia en sus órganos reproductivos. Hace un año tenía quistes, ¿y ahora? Sólo no sabía que pensar.