30. Antes de Italia

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Verstappen y Pérez estuvieron distanciados.

Ya sea por el marketing, entrenadores, ingenieros o porque así lo quería Sergio. Max se sintió rechazado al final de cada día y muy molesto cada mañana que salía de la cama.

No pudo comprender enteramente la frialdad del tapatío hacia su persona. Emilian no recordaba haberle ofendido o dañado, ni siquiera gritado o fastidiado, le procuraba y le daba su lugar, tampoco le trataba diferente por ser su pareja o por ser un omega.

Su omega.

Cabe resaltar.

Pero aún así, cada que Max buscaba acercarse al contrario, éste parecía encontrar la excusa o la mirada perfecta para dirigirle y alejarlo o detenerle a medio paso.

—"Lo siento, hoy no estoy de ánimos para salir", "Maxie, hoy dormiré en mi habitación", "Quizás mañana", "Tenemos prácticas mañana, olvidemos la salida por hoy", "Disculpa, lo olvidé", "Ocuparé más parches, espero no te moleste" —Esas oraciones eran todas las que le dirigía el tapatío a su persona.

¡¿Qué no se molestará por que estuviera reprimiendo químicamente a su omega?! Imposible no hacerlo. A Max Verstappen le fastidiaba que Sergio continuara haciéndose daño de ese modo, estaba seguro que aquello le traería consecuencias más pronto que tarde.

Aparte de que prácticamente había pateado el orgullo de su alfa.

¿Cómo podría tomar el hecho de que unas horas después de hacer el amor en su primer nido y se llenaran de feromonas y caricias, Sergio suprimiera y se bañara casi en cloro para disipar su aroma? Le disgustaba sentirse tan ofendido.

Pero aún así, nadie se atrevía a acercarse a Sergio.

Su animosidad parecía ser bastante clara. No sólo para los del paddock sino también para Jos, Christian y Max. Sobretodo para el CEO.

Parecía ser más escandaloso y atemorizante la frialdad y animosidad de Pérez, que el muy terrible humor del hijo de Verstappen.

El tapatío fingía no erizarse en contra de Helmut o de Horner, pero para los ojos de Max, ya era claro.

El neerlandés entonces encontró parte de la razón del estado de ánimo del azabache y coequipero. No era por él ni su lado dominante, sino por los otros trabajadores.

Y los engranajes imaginarios de su cabeza avanzaron e hicieron clic correctamente. Todo pasó a partir de Miami.

—Sergio —Le llamó el alfa al omega que recién quitaba su casco y balaclava.

El azabache agitó su melena y le observó agotado. Intentando no refugiarse en los brazos fuertes de Max y evitar una escena innecesaria que incluyera a Jos Verstappen.

—¿Sí? —Entregó su casco.

Pasando de largo del alfa dominante y encaminarse hacia las duchas.

Max frunció el ceño, siguiéndole detrás.

—Entiendo que no desees hablar.

Checo se detuvo en seco, viró sobre sus talones y asintió.

—Entiendes muy bien, Max.

El neerlandés gruñó, dolido. Sin embargo su alfa buscó acercarse al tapatío y abrazarle, acunarle y llevárselo de allí para mimarlo.

—No te comportes conmigo así, que nada e hecho yo —Aseveró con el ceño fruncido.

—Sólo necesito tiempo, Max.

—Te estás torturando a ti mismo por idioteces del equipo —Soltó sin más.

Checo tragó en seco, sosteniéndole la mirada con fiereza y dolor. Max no es el culpable. Pensó el mexicano.

—No hagamos una escena aquí, tu padre podría encontrarnos —Recordó, evadiendo el tema con avidez.

Pero no la suficiente para hacer retroceder al más joven.

—Prométeme que podré visitarte en tu habitación y habláremos.

—Nece... —Es interrumpido rápidamente.

—Basta. Deja de refugiarte en esa mierda de necesitar más tiempo, Sergio —Reprendió con frustración e impotencia — Quiero apoyarte, necesitas ser escuchado ahora mismo — Le sostuvo de los hombros con firmeza — Ya ha pasado casi una semana y estamos a nada de partir a Italia y sólo no me permites continuar, como sí yo tuviese que ver con que el equipo sea una mierda — Su ceño ahora estaba fruncido y sus zafiros mostraban casi el fino brillo de molestia.

—Max.

—No todo tiene que ver conmigo —Bramó dolido — La gente es molesta porque así quiere serlo, pero no pienses que se trata por mí — Intentó alejar sus manos, pero no pudo.

Esta vez no siendo influenciado por su alfa. Quería sostenerle, quería que Checo volviera a confiar en él y que se dejara apoyar.

—Son imbéciles por decisión propia.

Checo sintió cómo el agarre de Max vaciló sobre sus hombros. Pérez sabía que su novio tenía razón, él no era el causante de los malos tratos de los trabajadores del equipo en el que actualmente estaba.

El mexicano acortó la distancia y sin importar que alguien los mirase u encontrase en aquella enternecedora pero excepcional situación, Sergio envolvió entre sus brazos al de estatura mayor, permitiéndose igualmente esconderse entre el pecho de su amante.

Max suspiró aliviado.

—Sólo, no en el avión —Condicionó — No estoy de humor para enfrentarme a Jos.

—Llegando al hotel, habláremos.

—Sí.

Y finalmente, ambos se soltaron.
Sergio se dio la media vuelta y se marchó de aquel pasillo, directo a las duchas.

Se sentía tan agotado y abrumado, sus emociones parecían ser mucho más dominantes que días atrás. Pero al menos, ahora no se sentía tan culpable por distanciarse de su pareja.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora