Amores Enemigos

18. El tiempo avanza

Una semana entera pasó desde lo ocurrido dentro de las duchas. Para fortuna de ambos, nadie del equipo se atrevió a acercarse más allá de la puerta de los vestidores, creyendo fielmente de que Pérez se encargaría de la situación de Verstappen.

Hablando. No dejándose olfatear.

Pero el resultado había sido favorecedor y eso era lo que verdaderamente importaba. El orden del factor no alteraba el producto.

Max no conversó en lo absoluto con Jos, y aunque lo intentó el viernes (a unas horas de la carrera de Azerbaiyán), el alfa mayor le ignoró olímpicamente. Dejándole con un sabor amargo en la boca.

Lamentablemente, Sergio y él tuvieron que mantener la distancia por los paparazzis y sus fanáticos. Demasiado tarde era cuando tuvieron el tiempo de acercarse, pues la competencia había comenzado.

Max se obligó a conformarse con sólo una sonrisa y mirada de soslayo que le dirigió el mexicano a la lejanía. Después tendrían tiempo de conversar, ahora sólo debía comprometerse en mantenerse concentrado en la carrera.

El primer día no había sido el mejor para la escudería de Red Bull, pero sí para la escudería de Ferrari. Charles Leclerc se llevó la Pole de manera asombrosa, sin embargo no corrió con la misma suerte para el sábado.

Sergio Pérez se llevó el primer lugar en el Sprint, dejando detrás a Charles y Max. De verdad habían corrido maravillosamente, no obstante, el día más importante y esperado era el domingo.

Todos, sin excepción, estaban ansiosos, nerviosos y preocupados. Algunos más que otros, ciertamente.

El domingo estaba más cercano y Max no entabló conversación con su padre. Sabía que el acercarse a él sólo significaría una cosa: reproches.

—¿Max? —Carlos Sainz se acerca al neerlandés al percibir su aroma.

Él al igual que Max Verstappen, era un alfa dominante. El neerlandés le observó.

—¿Te ocurre algo? —Le cuestionó, un tanto preocupado.

Max suspiró.

—No —Le dedicó una sonrisa.

Sainz apoyó sus manos a los costados de su cadera.

—Escucha, sé que han sido días un tanto estresantes —Inicia con naturalidad — Y entenderé si deseas echarme — Bromeó un poco para alivianar el ambiente entre ambos — Pero cuentas conmigo sin importar que, aún sin importar que tu padre te haya prohibido hablar conmigo — Parecía un tema divertido, pero Sainz conocía el temperamento de Jos Verstappen. No se iba con bromas.

Max recargó la cabeza en la pared.

—Sería bueno retomar las conversaciones contigo, Carlos —Se encoge de hombros — Y siendo sincero, creo que te debo una disculpa por la última vez que hablamos — Resopló agobiado — Fui un idiota.

Carlos se ríe, se acerca hasta Max y le da una palmada en el hombro.

—Tranquilo hermano, entendí mejor la situación cuando me enteré de la mayor parte de la verdad —Ahora es su turno para encogerse de hombros, un tanto avergonzado.

Hablar de Jos Verstappen era complejo.

Max le observa.

—¿Puedo confiar en ti? —Le cuestiona el menor.

Sainz asiente, esperanzado a recuperar la amistad del neerlandés.

—Estoy enamorado de Sergio —Soltó.

Y Carlos no pudo evitar abrir los ojos con asombro. No era obvio, al menos no desde que él lo recuerda.

Claro que había situaciones muy sutiles y poco fáciles de ver ante el ojo de cualquiera, al menos antes de que el secreto de Checo saliera a la luz.

—¿Desde cuándo?

—No lo sé. Quizás —Intentó pensarlo — No lo sé.

Y Carlos finalmente sonrió, comprendiendo la situación del menor. Mentiría si dijera que él no pasó por algo similar con Charles.

—¿Y se lo has dicho? —Buscó su mirada — Digo, sé que Checo parece ser alguien demasiado amenazante y cercano a darte un sermón cada qué haces una estupidez enorme, pero creo que es alguien muy abierto de mente — Aseveró seguro de lo que decía.

—Pues... algo así —Max se cohíbe.

Carlos entrecierra los ojos al notarlo.

—¿Algo así? ¿De qué hablas?

—Me dejó acercarme. No le he comentado estrictamente que lo amo, pero claro que le he dicho que me permita estar a su lado —Max se detuvo unos instantes a considerarlo.

—¡¿Qué él, qué?! —Una tercera y cuarta voz se añaden al unísono.

Max y Carlos miran en dirección de las voces.