04. Días más tarde

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—Buen día, Checo.

Una joven saluda al latino al verle ingresar animadamente al lugar.

—Buen día Lilith —Corresponde el saludo.

—No quisiera arruinarle la felicidad, pero —Hizo una pausa. Viró el rostro para observar en dirección de la entrada del pasillo repleta de fotografías de los pilotos y cerciorarse de que nadie más aparte de Sergio, le escuchase — Hay alguien que no está de muy buen humor y se está encargando de atemorizar a medio Red Bull — Anuncia un tanto asustadiza. Poniendo al tanto al piloto tapatío.

Advirtiéndole y preparándole para la tormenta que se avecinaba. Sergio suspiró un tanto nervioso, quizás no debió disminuir su dosis.

—Gracias, Lilith.

Y pasó de largo, yendo hasta los vestidores para dejar su maleta y vestirse con el traje de la escudería. Tomó su casco cuando hubo terminado y salió en busca de aquel alfa explosivo que se encargaba de atemorizar a su gente.

—¡¿Dónde carajos se encuentra Pérez?! —Bramó.

—¿No soy más Sergio? —Ironizó. Logrando hacer rabiar más al neerlandés.

—Cállate, Checo —Rugió más calmado.

El mayor entornó los ojos.

—Vamos hombre, ya estoy aquí. Deja de gritarle y atemorizar a todo Red bull por pequeñeces de dos minutos —Checo fue irónico mientras puntualizó sin temor.

Verstappen gruñó.

—Sube al auto y sólo has tú trabajo —Demandó.

Sergio entornó los ojos una vez más ante el mandato del mas joven, sin embargo no deseó contradecirle o bromearle más y sólo subió a su monoplaza.

Después de todo era su trabajo.

Estuvieron alrededor de una hora en la pista, deteniéndose cada cierto tiempo en el garage para que su equipo recuperara su auto. Max obtuvo menor tiempo en la carrera que Sergio.

—Demasiado lento.

Sergio bajó del auto con tranquilidad.

—Bueno, eso se debe a que tu posición estaba adelantada —Declaró.

Los presentes sintieron pavor al escucharle a Sergio decir tal cosa. Ese hombre buscaba cavar su propia tumba y gratis, aparentemente.

Max frunció el ceño.

—¿Qué hablas? Tú estabas mal posicionado. Tú auto estaba un centímetro más atrás y fuiste tan incompetente como para no darte cuenta de ello, omega —Espetó irritado — ¡Imagina que hubiese ocurrido en una carrera oficial! — Elevó poco más la voz el menor, reprochándole al mayor.

Sergio frunció el ceño, cediendo a su incomodidad.

—Tú fuiste el mal posicionado —Bramó el omega.

El alfa se mofó nasal e irónicamente al escucharle. Él no fallaba, ni siquiera en entrenamiento.

—Soy un Verstappen. No cometo equivocación alguna —Decretó seguro de sí mismo e incluso soberbió. El mas alto dio tres pasos hacia delante, acortando su distancia con el mas bajo — En cambió tú, eres sólo un omega recesivo — Atacó.

Sergio se sintió un poco tambaleante.

—Di lo que quieras, Max. Sólo eres un idiota —Proclamó indignado.

Y finalmente salió del lugar, dejándole sólo con los demás trabajadores a Max. Dirigiéndose a la ducha para darse un baño y poder regresar a trabajar después del descanso.

Necesitaba recuperar la calma el mexicano.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora