15. Semana para pensar

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Había pasado una semana entera desde que Checo dejó de ir a las instalaciones de la escudería Red Bull Racing.

Pero la gente dentro no se había detenido ni mucho menos Max, quién se encargó arduamente de organizar su vida laboral, vida familiar y vida personal en su ausencia. Estaba decidido a lidiar con Sergio, su padre y él mismo.

Después de todo, él era Max Emilian Verstappen. Un alfa dominante.

El neerlandés yacía sentado en la banca de los vestidores, agradecido de que el día laboral finalizara mejor de lo esperado.

Sin embargo se encargó de evitar al más bajo. Cosa que logró.

Max no levantó la mirada de sus tenis. No era necesario. Lo percibía a varios metros de distancia.

—Escuché que tuviste un celo —Amarró el otro tenis con normalidad cuando escuchó la puerta cerrarse.

Verstappen no era ciego y mucho menos su olfato desarrollado fallaba, percibía mejor que nadie las feromonas del omega recesivo recién salido de su ciclo.

Sergio siente las mejillas arder, no sólo por el comentario espontáneo y poco pudoroso de su compañero, sino por el hecho de que era Max quien se lo dirigía.

—Sí.

Max se levanta del asiento después de cerciorarse de que sus cordones estuvieran correctamente atados, alzando la cabeza y clavando sus zafiros fríos y penetrantes en el mayor. Sergio cree notar algo diferente en el contrario, más brillo.

—¿Aún los tienes? —Da dos zancadas hacia delante.

Checo enarca una ceja.

—No soy tan viejo, chiquillo engreído —Se defiende al sentirse un poco ofendido.

—No me refiero a eso Sergio —Continúa caminando hacia delante, obligando a Pérez retroceder inconscientemente.

Max acorrala a Sergio con la pared y su cuerpo, posando sus brazos a los costados y evitando que el más bajo se saliera de su escudo humano.

—Tomaste demasiados supresores, ¿acaso no es obvio? —Tensó unos instantes la mandíbula.

Max permanecía inexpresivo. No había una mueca más allá que el análisis y la seriedad.

—Ah, e-eso —Sergio se siente un poco nervioso.

Se lo atribuye al hecho de sufrir un primer celo después de tanto tiempo de haberlo suprimido. Eso, y que el aroma del alfa dominante delante suyo comenzará a ser más fuerte y ¿sofocante? ¿Por qué sería sofocante?.

—¿Te sentiste demasiado insatisfecho? —Cuestionó sin pudor.

Sergio abrió los ojos como platos ante el interrogatorio confianzudo del menor.

—¿Te pico un bicho extraño y desconocido acaso? —Frunció el ceño como respuesta de sus nervios.

Max esbozó una cautelosa sonrisa que logró ocultar instantes después.

Chequito —Tuteó — Permíteme olerte mejor — ¿Le pidió permiso? Sergio no podía concebirlo.

¿Estaba soñando? No, en definitiva no.

El aroma del menor comenzó a percibirse un poco ansioso y nervioso. Pero no dejaba de lado esos toques alegres.

El animal interno de Sergio se removió ansioso y alegre. Brincaba dentro suyo con notorias intenciones de concederle el amable pedido del comúnmente hosco alfa, delante suyo.

—Vamos. Será un momento —Aseguró el menor.

Y ahí estaba esa imagen fantasmal del cachorrito de Verstappen moviendo efusiva y alegremente su esponjosa cola dorada. Esperando a que el contrario le concediera saltar encima de él.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora