Los ojos de Jana se abrieron por un momento al ver a Iris con una leve sonrisa, y movió los dedos.
—… ... Haz lo que quieras.
—Gracias.
¿De qué estaba agradecida esa mujer?
Era incómodo para Jana sentarse casualmente a su lado y tener unos ojos tan transparentes.
Aún así, fue difícil apartar sus ojos de ella, así que fue muy incómodo.
Incluso ahora, lo estaba mirando así.
—Qué. ¿Por qué me miras?
No quería hacer una pregunta tan directa. Pero, las palabras salieron así.
La mujer no mostró ningún signo de disgusto. Solo preguntó casualmente.
—¿De dónde eres?
—… ... Quizás el sur.
Era extraño cómo hablaba.
Si eres del sur, solo dirias el sur.
En ese momento, un recuerdo pasó por la mente de Iris.
—¿Vas a matarlos?
Vincent y Cedric tuvieron una conversación así.
—No. No los mataré
—Pero, mataste al nuevo jefe de Tran. Nos exigieron tropas. Y esos niños …
—Ese bastardo, es un bastardo tacaño incluso muerto. Eso es todo.
Iris no participó en la conversación en ese momento. No pudo porque era una historia que no conocía en detalle.
Probablemente ni siquiera sabían que estaba escuchando la conversación detrás de la puerta.
—Entonces, tráelos a los dos a Leontheim.
Cedric lo dijo con voz enojada.
Pero
No pudieron venir.
Tania y Jana, que se supone que eran dos, no pudieron pisar la tierra de Leontheim al final.
—Acabo de matar a unos perros que ni siquiera su dueña reconoció. Agradezcan mi benevolencia.
Ambos fueron asesinados a tiros por Ludwig bajo el cargo de desprecio de la nobleza.
Cuando este recuerdo le vino a la mente, Iris pudo entender porque Jana no podía hablar sobre sus orígenes.
La parte sur alberga aldeas de minorías étnicas.
Justo antes de que se incorporara al imperio y entrará bajo el control de las potencias aliadas de Macadia, hubo un pueblo que tomó el control de él.
Tenían ojos dorados con pedazos de sol en sí mismos ...
Niños nacidos por el diablo por celos de los seres humanos amados por Dios.
Un pueblo al que se le llamaba asesino disfrazado de humano y arma de guerra.
Al Baizan.
Ya debe haber caído.
Fueron personas que desaparecieron del mapa hace 100 años.
Cuando pensó en Al Baizan, pudo entender la intimidación inhumana que mostraron Jana y Tania.
Eran una nación combatiente del sur conocida por no necesitar armas.
Todo lo que necesitaban eran dos manos y dos pies.