Llevaba horas esperando a mi abuela, mis padres no se podían enterar de esto, y aunque muy pronto mis padres estaban cercanos a convertirse en líderes del aquelarre, mis abuelos seguían siendo los cabecillas. Pietro y Loki desaprobaban mi idea, si esto resultaba cierto, tendríamos que irnos de aquí y comenzar nuestras vidas lejos, muy lejos. La puerta de mi apartamento se abrió sola, mi abuela dio pasos firmes, mirándonos con cara de pocos amigos. No era todos los días que tus nietos culpaban a alguien o ponían en peligro la existencia de su especie.
— Abuela, no fue mi intención. Juro que no hice nada para...
— Wanda, al grano. -se acomodó en el sillón esperando atenta mi historia.
— Recordó mi nombre, sus ojos se tornaron escarlata y luego volvió a olvidarme. Solo la ayudé con un par de cosas que se cayeron. He mantenido mi distancia todo lo que he podido y nunca he preguntado si recuerda.
— ¿Algo más? -enarcó una de sus cejas.
— No -respondí tragando seco.
— ¿Conoces a su familia? ¿Dónde vive, sus padres?
— Solo conozco a su hermana, es mi amiga y es buena persona... abuela realmente no creo que...
— No puedes creer nada, Wanda. Tú no deberías haber nacido en esta familia. Vienes de una familia de brujas blancas, algunas grises, warlocks y tu... tu magia es caos. Eres la única bruja que puede alterar la realidad. Si fueras una impura, ¿creerías en todo esto? -negué mirando el suelo- Wanda -habló un poco más dulce- Seguirás siendo mi nieta y estoy orgullosa de todos tus logros en el mundo de los impuros y en nuestro aquelarre. Pero sabes que hemos hablado de esto, quien encuentre la manera de poder manipularte para poder manipular tus poderes, el mundo está en peligro. Para este momento debimos prepararte mejor.
— Practicaré arduamente, pondré de mi parte y controlaré mi tristeza y coraje. Prometo que no volverá a suceder -estaba apunto de estallar en llanto, sentía que estaba a ley de nada de perder la poca cordura que me quedaba. Debí no decir nada, pero pondría en peligro a más de uno, pondría en peligro al mundo.
— Empezaremos hoy mismo.
— Abuela, ¿y nosotros? -Pietro estaba inmóvil en el sillón, realmente no creyó nada de lo que dije hasta que la abuela lo confirmó.
— Deberás estar al pendiente de tus padres, y ni una sola palabra de esto a NADIE -hizo énfasis en lo último- ¿Quedó claro? -Pietro solo asintió saliendo de allí junto con Loki- Muéstrame dónde puedo acomodar mis cosas.
Toda la noche hablamos de Natasha y todas las cosas que habíamos hecho juntas desde que nos conocimos en el bar. Todos los puntos que mi abuela marcaba eran más que válidos para pensar en que sí sabía algo. Cuando se sentó a mi lado en el bar, cuando me ayudó en el baño, la casualidad de ser mi profesora y su mal humor a mi insistencia de saber más sobre sus intenciones conmigo. Mi abuela lo hablaba con tranquilidad, yo sentía una mezcla de coraje y decepción conmigo misma porque sabía que podía suceder, pero jamás pensé que fuera tan sencillo. Si mis padres no hubiesen aparecido aquel día, jamás nos hubiésemos dado cuenta y tal vez sería demasiado tarde. Me habían engañando de la peor manera posible y yo me había dejado engañar por una cara bonita, poniendo en juego hasta la vida perfecta que había creado en mi cabeza.
Todo parecía marchar de maravilla, mi abuela con sus planes llevados acabo por sus peones. Yo era uno de ellos, estaba tranquila hasta que tocó quedarme sola en mi habitación. Lo único que podía pensar era en cómo me comportaría estando a su alrededor, tener sospechas cambiaba un poco la manera en que la veo. Me aterraba que quisiese hacerme daño, no sé si el hechizo fue mi perdición o ahora mismo es mi salvación. De lo que sí estoy segura es que me da la ventaja, ¿por cuánto tiempo? Eso no lo sé, aún. Estaba comenzando a hacerme la idea de que mi vida sería mucho más linda si ella estuviese en ella y como un tornado que se forma sin avisar, esa idea queda en el vacío, en la nada, como mis sentimientos. No es que no sienta cosquillas en los pies cuando pienso en ella, escucho su nombre o siento un abrazo cálido del viento que atrae su perfume hasta mi nariz, pero si me aterra que el macabro plan de mi abuela confirme que es del bando opuesto.
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LA CHEF Y YO
Fanfiction- Wanda -intentó tomar mi mano, pero me zafé de su agarre. - Chef Romanoff -subí al tren sin mirarla, hasta que busqué un asiento. Enterré mi rostro en la palma de mis manos intentando ocultar las lágrimas que inevitablemente salieron sin ser llamad...