Abandonada

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Yelena pasó la noche en casa, fue todo un caso hablar sobre los tentáculos y los juguetes, que quedarán en un cajón muy probablemente, porque ella consideró que no los necesitamos y sería muy raro usar un tentáculo que brille en la oscuridad mientras lo estés usando. No pasaron más allá de unos besos candentes, pero mis pensamientos no estaban en ello.

Además de la compra inusual de Lena, fue un caso perdido convencerla de que no tenía que hablar con la abuela, para ella era una obligación que debía cumplir, además que la Doctora Harkness me ha dicho que debería intentarlo para poder sanar algunas heridas que me he auto infligido. Las demás, han sido por cuestiones de la vida y por cosas que tendré que aprender a vivir con ellas, pero hoy no es el día para eso.

La casa estaba invadida por olores exquisitos que salían de la cocina, un olor dulce, pero el olor persistente de salchichas y tocino recién hecho predominaban. Al abrir la puerta y dirigirme hacia la cocina, solo pude ver el cuerpo desnudo de Yelena, su cabello alborotado porque acaba casi de despertar, mientras canta en una espátula una canción inaudible, pero para ella debió ser todo un concierto exitoso.
Terminó de poner la última tostada francesa en el plato, cuando se giró y se asustó un poco al verme.

— Buenos días -habló demasiado alto- ¿Tienes hambre? -preguntó en el mismo tono.

— Estás gritando, Yelena -reí señalándome los oídos.

— ¡Ah, cierto! ¡Perdón! -dejó el plato en la isla, quitándose los audífonos- ¿Tienes hambre, cariño? Buenos días -corrió hacia mí, dándome muchos besos por toda la cara.

— Ese desayuno se ve apetitoso -señalé la isla- pero este... -pasé mis manos por su trasero hasta posarlas en sus caderas- me parece exquisito.

— Sabes que jamás me negaría a eso -se abrió paso por debajo de mi camisa, acariciándome el abdomen, nuestros labios jugaban a tentar- Peroo... -se alejó dejándome deseosa- hoy es un día importante. Debes comer.

— ¿Qué día es hoy?

— Tu primera práctica con la Doctora Harkness.

Se me ha olvidado por completo, estamos a finales de unos exámenes y trabajos de mitad de curso, Natasha ha estado enviándonos tanta tarea que se me ha pasado la semana entera entregando y haciendo trabajos. Según la Doctora Harkness, serán ejercicios de meditación guiada para encontrar cuál es el centro de mi inquietud, pero sabiendo como es con las brujas, no solo es una pequeña meditación. Yelena empacó una merienda, para ella estaré todo el día allá e insistió que si podía quedarse, le daba mucho estrés ver el apartamento tan desorganizado, no he tenido tiempo de dormir bien, ¿qué le hace pensar que puedo mantener las cosas limpias y organizadas?

Una runa se dibujó en la puerta de entrada y segundos después, tocaron dos veces. Al abrir era la Doctora Harkness.

— ¿Doctora? -pregunté extrañada, nunca le he dicho la runa de mi apartamento.

— Wanda, lo siento por la inesperada visita. Tu abuela me ha dado la runa, creo que es mejor si hacemos esto en un lugar donde te sientas cómoda.

— ¡WANDA! -Yelena gritaba a mis espaldas- ¿Hay alguien en la puerta? -al ver que venía hacia nosotras moví mis dedos para vestirla, pero estoy segura que la Doctora logró verla sin ropa- ¡Mierda! -se miró de arriba abajo, me miró, y luego volteó a la puerta- Lo siento -culminó avergonzada.

— Yelena -sonreí avergonzada- Ella es la Doctora Harkness. Ella -la tomé de la mano- Es Yelena, mi... -lo pensé por un momento- mi novia -terminé con firmeza sonriéndole a Yelena.

— Un gusto -estrechó la mano con Yelena- ¿Estás lista, Wanda?

Asentí, besé la mejilla de Yelena y la Doctora Harkness dibujó la runa para ir al aquelarre. La señora Harkness no es de nuestro aquelarre, pero como su profesión es ser terapeuta, se le permite viajar a donde ella sea necesitada y con la autorización de los Elders.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora