Cena

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Lo que restó de fin de semana me quedé en cama recargando energías. Ignoré todo las llamadas y mensajes posibles, incluso los de mi abuela. Que aún quería seguir buscando significados ocultos dentro de ese recuerdo. Si supiera todo lo que le duele a Natasha, si tan solo supiera todo el sufrimiento... solo tal vez no quisiera llegar tan lejos. Aún puedo sentirlo, su sufrimiento es desgarrador, seguir husmeando ahí ha traído todo el dolor de vuelta que le hicieron olvidar.

Hasta yo quisiera olvidar.

— Al menos podías dejarme saber que estabas viva.

— Puedo disculparme, pero me niego porque toma mucha de mi energía hacerlo -tenía la cabeza recostada de mis brazos en la mesa de metal.

— Oh, entiendo. Qué mal, entonces este café se irá directo a la basura.

— ¡No, No! Lena, por favor -rogué encarándola- Te daré todas las explicaciones que quieres si me das a probar del elixir.

— A ver, ruega un poco más -mojó sus labios mirando los míos- ¿No? Okay... -se puso de pie, pero halé de su brazo- Qué ruda -extendió el café para dármelo, pero al momento que mis dedos rozaron el vaso lo alejó- aquí va un beso antes del café -señaló su mejilla.

Obediente, y por el café, fui a besar su mejilla, y justo en el momento que iba a besarla giró su rostro y terminé dándole un beso en los labios.

— Mucho mejor -extendió el café complacida.

— Eres una tramposa, la tramposa a la que extrañé -confesé dándole un sorbo al café.

— Sé que lo hiciste. Natasha me ha contado todo lo que sucedió... por eso solo te enviaba cosas graciosas sobre gatos y...

— Te quiero -respondí con una sonrisa.

— ¿Deberíamos hablar de eso, o mejor es una cosa que no debemos tocar hasta más adelante?

— Pasa por casa para la cena, así podemos hablar.

Natasha entró al salón de clases, tenía círculos negros debajo de los ojos, era claro que no ha podido ni pegar un ojo. Aún cuando ya han pasado dos días, siento la conexión, algo desvanecida, pero sigue ahí persistente. El dolor sigue ahí, acechando el momento exacto para recordarle todo nuevamente.

— Hoy tendremos mariscos y pescados -señaló la mesa llena de más de cinco especies de peces y ostras.

Nos enseñó cómo abrir los peces, quitarles sus filetes, y la manera más sencilla de abrir las ostras. Luego estuvimos todo el día intentándolo. Todos los filetes serían utilizados para hacer recetas en los próximos días y las otras fueron comidas por nosotros, son mariscos que se dañan muy rápido como para poder guardarlos. Hicimos diferentes salsas para acompañar las ostras y el espinazo del pescado, hicimos caldos para la semana, aquí nada se desperdicia, según Natasha.

Quería quitarme el olor a pescado que llevaba encima, no podía ni un segundo más con el olor que ni se quitaba de las manos. Decidí quitarme la filipina, y sentí cuatro ojos atacarme de inmediato.

— Esto es muy raro -reí sin mirarlas.

— Que te quites la filipina aquí es mucho más raro. Solo estás llamando a que estos ojos te devoren -Yelena estaba a mis espaldas, mucho más cerca de lo que quisiera.

— Lena... estamos en la universidad -susurré cuando sus caderas tocaron mi trasero.

— Solo está Natasha haciendo inventario, a ella no le importará -acarició mis brazos de manera lenta, deteniéndose en mis caderas.

— Tienes que respetar que Natasha esta aquí, no hemos hablado de cuales son sus límites -contesté con firmeza, ya había vuelto a mis sentidos- Deberíamos invitarla a la cena de hoy.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora