Poder

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Después de tontear un rato más en la cama, decidimos que era tarde y Yelena debía irse a casa. Pensé muchas veces en decirle que se quedara, pero creo que es muy apresurado. Una ducha más tarde y algunos besos más, intentábamos despedirnos en la puerta del apartamento.

— ¿Te veo mañana en la universidad?

— No me lo perdería por nada -llevaba una camisa mía junto con unos shorts viejos, no quería que se pusiera la ropa sucia.

— Te llevaría a casa, pero no tienes una runa y tampoco tengo coche -rodeé su cuello con mis manos- Me la he pasado genial hoy -besé su nariz.

— Y se repetirá, lo prometo -rozó mis labios- toda la noche -sonrió- Traeré ropa la próxima vez, no es que la vaya a utilizar.

— Sin ropa te vez espectacular, sería un desperdicio -esta tentación es mucha, debería decirle que se pase la noche aquí, pero en el momento que lo iba a decir la puerta del departamento se abrió.

Mi abuela no dejaba de mirar atenta y los ojos de Natasha se querían salir de orbita. Yelena retrocedió al ver a mi abuela, pero al ver a Natasha optó por una postura más neutra.

— ¿¡Abuela?! -no sabía qué decir, estaba helada.

— Te has olvidado que hoy teníamos cosas que hacer, me estuvo muy raro y vine a corroborar que estabas bien. Te escribí millones de veces, pero no hubo respuesta -corrí a mi mochila para ver mi celular, es verdad- Pero estabas ocupada, entendible -intentó no reírse- Tú, cariño -se refería a Yelena- ¿Estás bien? Soy la abuela de Wanda.

— Señora, un gusto. No sabe el honor de conocer a la famosísima chef de "Le Charme", oficialmente. Diría que Wanda me ha hablado mucho de usted, pero no es cierto -le extendió la mano.

— Con sentido del humor -apretó su mano con una sonrisa ancha- Ya puedo ver porqué le gustas tanto a Wanda, no te pareces en nada a Natasha.

Me quiero morir de la vergüenza.

— Abuela, Yelena tiene que marcharse -giré para mirarla, las mejillas me ardían y las manos ya me estaban sudando.

— No seas tonta, Wanda -Natasha estaba muy seria detrás de mi abuela, sin mover un músculo- Puede quedarse, es tarde. Puede dormir en tu cuarto en lo que terminamos con Natasha.

— No, no se preocupe. No quiero causar problemas y molestias...

— No es una molestia, dale tu ropa de universidad a Wanda para que la prepare para mañana. ¿Tienes hambre?

— Después de todo el ejercicio -me miró sonrojándose, pero de inmediato cambió el rostro- De verdad muchas gracias, pero no debería.

— Wanda, busca su ropa y échala a lavar. Pediré algo de comer y tú, Natasha, acomoda todo como te enseñe.

Yo estaba en medio de todo. Mi abuela mandando en mi casa como si fuese la de ella, los esfuerzos en vano de Yelena por escabullirse de esta noche, la cara de tormento de Natasha, y la mía que aún no me creía cómo todo este día se fue a la mierda en unos pequeños segundos. Tomé la ropa de Yelena para poder limpiarla, mi abuela pidió sushi, creo que Yelena la coaccionó para que eso sucediera, y escuchaba la pelea de Natasha con mi abuela porque no recordaba cómo acomodar lo que le enseñó. Apoyé las manos en la lavadora, respirando lo más profundo que pude.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora