Se suponía que buscáramos en la caja; que intentáramos encajar algo de lo que estaba aquí con todo esto que está sucediendo. Sin embargo, nos quedamos dormidas, abrazadas llenas de todo el amor que nos dimos durante toda la noche. Es de madruga y ella aún sigue durmiendo. Quisiera no despertarla, pero esto es algo que debemos hacer. Todos estos pensamientos no dejaron que pegara un ojo por un tiempo prolongado.
El remordimiento me consume, sé lo que le espera en esa caja. Está su pasado, el que ha intentado ocultar e olvidar por mucho tiempo. Ha vuelto para atormentarla y dejarle saber que es imposible que escape de el. Tal vez, tengan razón, no debemos avergonzarnos de las cosas que hemos hecho en el pasado, pero esto es totalmente diferente. Esto es echar sal a la herida abierta, y luego estrujar hasta que duela más.
— ¿Wanda? -su voz somnolienta hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, no esperaba que despertara.
— Vuelve a dormir, cariño. Todo está bien.
— Estás clavándote las uñas en las piernas -acarició mi espalda desnuda en las sombras que creaba el fuego de la chimenea- No tienes porque ocultarte, puedes decirme lo que está pasando por tu mente. Prometo no salir corriendo.
— Pero deberías -espeté de mala gana- Natasha, todo esto me está consumiendo. Quema mi piel con cada día que pasa, el coraje y remordimiento de que todos ustedes están sufriendo por mi culpa -respiré profundo secando las lágrimas, que me hacen ver débil, algo que no soy.
— Si la vida me diera la oportunidad de escoger algún poder, sería el poder aliviar el dolor, el tuyo específicamente -hizo una pausa prolongada e incómoda- Eso es irreal, Wanda. Todo lo que sientes, te ha hecho la persona que eres hoy. Deseo que entiendas eso, tal vez con el tiempo lo harás. Yo no te veo como la responsable de todo esto, ni tu familia.
En la obscuridad, busqué el calor de su cuerpo, que me recibió gustoso sin un gramo de remordimiento. Las lágrimas se desbordaban sin control por mis ojos, odio sentirme como que todo lo horrible me está sucediendo a mí, cuando ella necesita el mismo apoyo que yo.
— Lo siento tanto, yo debería estar para ti.
— Wanda -colocó su pulgar en mis labios haciendo que no continuará con lo que iba a decir- Estás aquí, somos un equipo. No hay nada que no podamos sobrepasar juntas. Si la vida hubiese jugado bien sus cartas, no estaríamos aquí.
— ¿A qué te refieres con eso? -reí por la nariz un poco mal humorada, a veces detesto que vea todo del lado positivo.
— Sé que es muy probable que estés pensando que siempre veo todo positivamente -puedo imaginarme con claridad su mueca, mientras gira los ojos- pero es la verdad. Tenían todo a su alcance para hacer que nos distanciáramos, pero aquí estamos, más unidas que nunca. Por mi parte, esta vez no te dejaré ir.
Me aferré con firmeza a su cuerpo, hasta que volví a sentirme sobre la Tierra y no flotando en un universo de sentimientos y posibilidades eternas de cosas malas que pueden suceder en lo que resta de incertidumbre. No recuerdo haberme quedado dormida, pero Natasha esperaba paciente a mi lado, mientras miraba videos en su teléfono. Había arropado mi cuerpo con mi sábana favorita, y una muda de ropa me esperaba bien doblada encima del mueble.
— Quisiera despertar todos los días así -estrujé mis ojos un poco.
— Yo igual -bloqueó su teléfono para acostarse a mi lado, con su mentón apoyado a la palma de sus manos y sus pies elevados moviéndose de un lado a otro.
— Es lo más tierno que te he visto desde hace mucho -acaricié su mejilla.
— ¿Algo de comer? -evitó el piropo a toda costa, pero no dejaba de sonrojarse, corriendo hasta la cocina- He horneado galletas y he hecho steaks con papas gratinadas, algunos vegetales y vino -miraba todo lo que ha hecho de manera orgullosa.

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LA CHEF Y YO
Fanfiction- Wanda -intentó tomar mi mano, pero me zafé de su agarre. - Chef Romanoff -subí al tren sin mirarla, hasta que busqué un asiento. Enterré mi rostro en la palma de mis manos intentando ocultar las lágrimas que inevitablemente salieron sin ser llamad...