Diversión

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Se estaba estaban acercando las siete de la mañana, pocos estudiantes descansaban en los pasillos, tomando el desayuno, esperando la hora de entrada. Ya estar sentada no era una opción, no podía mantener los pies quietos del nerviosismo. Daba pasos prolongados intentando descifrar qué estaban haciendo.  Ya era la hora de entrada y mis compañeros esperaban la llegada de Natasha, pero aún mi abuela y los Elders no salían. Yelena llegó y se quedó lejos de mí. No sé si la he espantado o está intentado ser prevenida.

La puerta del salón de clases se abrió, una Natasha impecable con una sonrisa en el rostro invitó a los demás a entrar. Yelena cruzó miradas conmigo, pero negué indicándole que ahora no era el momento. Me senté en mi lugar, Yelena habló un momento con Natasha, pero no logré identificar qué le decía, poco después se sentó a mi lado y pusó su mano en mi muslo apretando levemente. Giré para encontrarme con su mirada pícara, a la distancia, sentí clavada la mirada de Natasha, quién notó por debajo de la mesa el apretón de Yelena.

— Formen sus grupos por favor... -luego de pensarlo un momento más se giró- ¿Quieren divertirse hoy? -se escucharon conversaciones ahogadas hasta que intentó volver a hablar- ¿Competencia culinaria? -todos contestaron que sí, pero Yelena y yo nos miramos extraño- Escriban sus nombres en estos papeles y se escogerán dos participantes -comenzó a repartir papelitos por todo el salón.

— ¿Qué coños le hicieron? ¿Volvieron a restablecerle la personalidad de pendeja? -Yelena susurraba a mi lado.

— No creo que sea eso -no paraba de mirarla, quería notar algo extraño o si simplemente eran celos.

Voto más por los celos. He cagado mi relación con ella y con Yelena. La acababa de besar a pesar de que hablamos de que no podía corresponderle porque no entendía mis sentimientos por Natasha. Aún sigo pensando que esto es otro juego mental de la persona que está moviendo las fichas, aunque puede que sea un juego mis sentimientos no lo son. Es todo lo que siento, una más que la otra, pero siguen siendo míos y siguen confundiéndome.

— Además, para poner interesantes las cosas mi nombre también irá junto al de ustedes -escribió su nombre y lo tiró al bote con los demás- ¿Quién quiere escoger el primer nombre?

Yelena se puso de pie sin pensarlo, la silla hizo un ruido horrible de la manera en la cual se puso de pie. Caminó con la mirada fija, puesta en Natasha.

— Yo -contestó cuando ya estaba frente a ella. Metió la mano en el envase y sacó un papelito- Qué casualidad....¡Wanda! -giró el papel con mi nombre.

¿Por qué a mí? ¡Joder!

— ¿Otra persona para sacar el próximo papel? -movió el envase.

— Yo lo haré -Yelena insertó la mano otra vez dentro del envase, sacando otro papel- ¡Chef Romanoff!

¡Qué me lleve el demonio!

— Esto sí va a estar feo -todos en el salón rieron menos yo- Elijan 2 recetas que hayan hecho en estos meses y votaremos por cual haremos.

— Dime que no escogiste mi nombre por joder -pregunté a Yelena cuando regresó a su asiento.

— Creo que... ¿solo estaban sus nombres? -lo pensó bien- Sería muy loco que por casualidad hayan salido sus nombres. ¿Crees que sean celos por que me besaste? -giré el cuello como en el exorcista con los ojos fuera de órbita- Ya entendí -se acomodó en el asiento de mala gana apartando la vista.

— Yelena... -intenté tocarla, pero alejó su brazo.

— ¿Por cuál platillo vota señorita Maximoff?

Pensé en hablar varias veces, decir que esto es una tontería y un acto de cobardía. Que solo es por demostrar cuanto tiempo puedo estar allí sin salir llorando, pero luego miraba a Yelena, con cara de ilusión esperando que detonara la guerra. Debe tener demasiada confianza en mí como para que quiera que humille a su hermana, incluso para que piense que puedo ganarle. 

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora