Fiesta

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Dormir se me hizo imposible, incluso teniendo a Yelena a mi lado, solo hacía que el corazón se me quisiera salir del pecho cada vez que recuerdo que la he puesto en peligro. Natasha no ha entendido que esto hay que dejarlo ya, mi abuela mucho menos. Lo que sí me concedió fue poner hechizos de protección, eso hace que esté un poco más tranquila. Cuando se marchó, encanté encima de esos para reforzarlos, incluso sin que nadie supiera, también el de Yelena. Discutimos todas las posibilidades y aproveché para decirle a mi abuela la idiotez de Natasha, y que no quería que fuera más a la universidad. Al parecer mi abuela ponía un poco de sentido común en su cerebro y cedió porque era mejor si estaba cerca y le sucedía algo. No sé si es porque sabe que es una tontería sacarme de la universidad, o porque tiene seguridad privada en todo momento.

— Estás muy dormida -me tendió el café.

— Gracias -contesté pesadamente, en serio aún sentía miedo.

— Quisiera decirte que sé cómo se siente pero...

— Solo quiero ser normal, Yelena. Esto es de locos y no entiendo nada. Sentirme todo el tiempo vigilada y con miedo. Tengo dieciocho años, debería estar embriagándome en las noches con cerveza barata, y fumando cigarrillos de extraños en la calle.

— Y aún puedes hacerlo -contestó, pero pareció más bien una pregunta- ¿Planes después de la clase? Es viernes.

— Dormir hasta el lunes -di un sorbo al café que hizo que volviera un poco a mis sentidos.

— ¿Permiso para ir a tu casa?

— ¿Tienes algo en mente? -millones de cosas pasaron por mi cabeza, pero solo una brillaba más que las otras.

— Te escribo luego, ¿nos vemos en la clase?

No pude contestar porque ya se había marchado. Solo faltaba poco para entrar a la clase, espero llegue a tiempo porque Natasha espera a cualquier oportunidad para poder regañarnos.
Justo antes de que Natasha dijera la primera palabra, Yelena apareció corriendo con el pelo echó un desastre, y las mejillas rosadas. Se sentó a mi lado, chocó mi hombro, y levantó sus dos pulgares indicando que todo estaba bien.

— Por favor, leamos la receta de hoy -mataba a Yelena con su mirada.

Cada oportunidad que tenía, lo hacía.

— Frente a ustedes, tienen un pollo -no sé porque esto le causa gracia a todos, Natasha estaba muy seria como para reírse- Vamos a aprender a separar todas sus piezas y sus variantes.

Natasha cortaba los pedazos con mucha precisión. Recuerdo vivamente cuando la miraba explicar la clase y se movía todo mi mundo por cada gesto que hacía, o cuando su sonrisa impecable llenaba mis días por completo. Ahora solo veo una idiota que hace que mi corazón lata a un ritmo no humano, late por ella, pero con odio al mismo tiempo. No logro entender cómo puedes amar y odiar a una persona al mismo tiempo, odiar es una palabra fuerte, más bien no apoyar sus elecciones, suena más lindo, y menos rudo.

— ¿Listos para su examen práctico? -todos nos quejamos. No había dicho nada de este examen- Está en el curriculum. No hagan sus berrinches, además hablamos mucho sobre este tema en la clase y como sacar las piezas. Luego del examen, escogerán una pieza, y me presentarán el plato para evaluarlo como parte este examen práctico. Tienen -miró el reloj de su mano izquierda- una hora y treinta minutos para estar listos.

— Oído, Chef.

Realmente no recuerdo cómo pude pasar por alto esto, entre tantas cosas nunca vi el video. Comencé a desesperarme, ¿tal vez pueda usar mis poderes para poder ver el video? Mi abuelo estuviese muy decepcionado de mí. El me ha enseñado todo sobre la cocina... solo debo buscar en mis memorias.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora