— Llorar no es nada malo, ayuda a expulsar todo eso que nos hace mal -intenté hablar lo más bajo que pude, no quería que nadie escuchara lo que estábamos hablando.
— No sé qué contestar a eso -tenía la nariz fañosa, el llanto que ocultaba detrás de una cebolla.
— No te juzgaré -hice una pausa prolongada, intentaba ver si desataba sus sentimientos- pero tampoco te presionaré, es todo a tu ritmo.
Asintió varias veces, creando una barrera de hielo entre ambas. Ella necesitaba trabajar con sus emociones, y yo con encontrar al responsable de todas estas cosas que me estaban sucediendo.
Al terminar la clase, Yelena tomó sus cosas y se marchó sin tan siquiera decirme, entiendo todo lo que le está sucediendo y que no me estuviese alejando de ella, de sus sentimientos y pensamientos, pero tampoco es buena idea sacarle las palabras, estaré alejada hasta que entienda que corre peligro.— Ya se le pasará -yo aún miraba por donde se había ido.
— Lleva así días, desde aquel día para ser precisas -acomodé las cosas de mala gana dentro de mi mochila.
— Lo que le está sucediendo no es fácil, Wanda -era la voz de la razón.
— Natasha, lo que nos está sucediendo a todos no es fácil. Sé que no es competencia y que no tiene comparación con todo lo demás, ¿pero de qué les sirve alejarse de todo y de todos?
— Tenemos maneras diferentes de manejar nuestras emociones, es normal -ya hablaba con cierto tono de fastidio- Incluso, tú eres quien más lo haces.
— ¿Estás diciendo que me alejo? -me siento atacada, fuera de orbita.
— Es lo que has hecho cada vez que el mundo se te cae encima, y todos te entendemos porque sabemos que lo necesitas y lo que estás pasando requiere todo de ti. No es un ataque -aclaró, debió haber reconocido mi cara. Estaba a punto de contra atacar, pero ella lleva la delantera.
— Tienes razón -suspiré con pesadez intentando recuperar mi postura y la poca cordura que me queda- Se me hace un tanto imposible entenderlas de la manera que ustedes lo hacen conmigo.
Hubo un silencio, no demasiado prolongado, pero tampoco demasiado corto. Fue el justo para que mis emociones se acomodaran en su sitio, no para que lograra entenderlas, pero sí el necesario.
— Sé que están sucediendo muchas cosas, pero ¿tienes tiempo hoy de revisar las cosas de mi adopción? Logré encontrar la caja. Intenté atar algo que tuviera que ver con todo esto, pero no encontré nada. Tal vez tú sí puedas.
— Te veo en casa en la tarde, tengo que hacer la tarea que nos enviaste. Te espero -besé su mejilla para marcharme a casa.
Quisiera decirles, quisiera poder hacerles entender que todo el miedo que sentía se ha ido desvaneciendo y el hueco que ha dejado todo lo que me han quitado se llena de remordimiento y furia, de acabar con todo y todos los que quieren hacernos daño, hicieron un daño irreparable al llevarse a mi abuelo. Nos vieron la cara de tontos, pero eso no durará ni un segundo más. En el momento preciso, seré yo quien de jaque mate. Me quedé dormida encima de la tarea, desperté por el sonido del timbre de la puerta de entrada. Estiré un poco mis extremidades antes de salir para abrir la puerta. Natasha daba toques con la yema de sus dedos debajo de la caja, era una mezcla de nervios e impaciencia. Puedo entenderlo, estábamos a punto de escudriñar todos sus recuerdos de la niñez, en mi caso es algo que no compartiría con todos.
— Te ves devastada -sonrió a medias.
— Lo estoy, me he quedado dormida haciendo la tarea -el silencio se estableció entre las dos, no dejábamos de mirarnos, era un trance absoluto, lo que hemos estado aguantando por decir está a punto de estallar- Por favor, pasa -me alejé de la puerta para que entrará.

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LA CHEF Y YO
Fanfiction- Wanda -intentó tomar mi mano, pero me zafé de su agarre. - Chef Romanoff -subí al tren sin mirarla, hasta que busqué un asiento. Enterré mi rostro en la palma de mis manos intentando ocultar las lágrimas que inevitablemente salieron sin ser llamad...