— Gracias por el desayuno cielo, pero debes llamar antes -besé su mejilla.
— Intenté, pero nunca contestas, no pregunto nada, pero si me preocupo por tu bienestar, Wanda.
— Punto válido, ¿puedo ducharme?
Solo sonrió sentándose en el sillón, y yo entré a mi habitación mirando a Natasha.
— Acaba de ver mi trasero -estaba traumada.
— En su defensa, dejé mi teléfono en no molestar -lo tiré a un lado- Buenos días -besé su cabeza metiéndome a la ducha.
Quizás de las duchas mas rápidas que me he dado en la vida, y también una de las más plenas, ha sido esta. Que todo sea tan extraño, pero a la misma vez lleno de tanta paz me hacía llegar a un estado de felicidad que jamás he experimentado. Al salir, Natasha estaba acurrucada en la cama, dormida. Hice que se levantara para que se duchara, teníamos que llegar a la universidad y ya estamos un poco tarde.
— El desayuno se va a enfriar -Yelena tocaba la puerta desesperada- ¡Tengo mucha hambre! -abrí la puerta, solo me faltaba la filipina- Hola, buenos días -si fuera posible tendría corazoncitos en los ojos.
— Yelena, es muy temprano -acaricié su mejilla- ¿Cómo tienes tanta energía?
— Venía a verte, eso me hace ser feliz. ¿Desayuno? -haló de mi mano hasta la cocina, ya lo había servido, pero solo habían dos sandwiches- Y tenemos un problema -se pasó la mano por la nuca- No sabía que Natasha estaba aquí, ¿puedes hacer tu -movió los dedos de manera rápida encima de la comida- puedes?
—¿Magia?
— Sí, eso. No te lo pediría si no fuera... ¡Urgente! Natasha se pone de mal humor si no toma su cafecito en las mañanas -escuché la puerta de la habitación abrirse, y con el pensamiento, otro sandwich, y vaso de café, apareció. ¡Gracias! -articuló para que leyera sus labios.
Luego de tomar el desayuno, Yelena había pedido un Uber, estaba cansada de caminar y no quería tomar el tren esta mañana. Hicimos que el conductor se detuviese tres veces, una para dejar a Natasha, y la otra para dejarme a mí, a Yelena la dejó frente a la universidad. Le di dinero en efectivo para que accediera a detenerse. Tuve que utilizar magia para poder vestir a Natasha, no dio tiempo de llegar a su casa, por alguna razón decía que se sentía desnuda y eso le causaba mucha gracia a Yelena. Ha sido una mañana caóticamente linda.
En el salón de clases, aprendíamos cómo preparar un filete de pescado sin que se cociera demasiado y poder servirlo a su punto. Incluso comenzamos a hacer los caldos para crear salsas y acompañantes para montar los platos. Estaba tonteando con Yelena cuando de repente veo varias capas pasear por los ventanales gigantes, intento ajustar mi vista porque entiendo que es las pocas horas de sueño, pero poco después vuelvo a ver lo mismo.
— Yelena -mi voz salió temblorosa, mucho más de lo que debería.
— ¿Te ha pasado algo? Estás muy pálida.
— Mira afuera -le pedí.
— No hay nada -se giró para mirarme, el cuchillo me temblaba en las manos, porque aunque ella dijera que no, podía sentir su magia merodear por el lugar- Wanda, deja el cuchillo. Podrías lastimarte otra vez.
— Yelena -ejercí presión en su mano cuando las volví a ver en el ventanal observándome- Están aquí -terminé con la voz entrecortada.
— ¡Mierda! -Yelena gritó al mirar, las ha visto también- ¡Joder! ¿Qué hacemos?
— Hay que avisar a la abuela, ¿Dónde está Natasha? -escaneé la habitación buscándola, pero no estaba allí- Hay que encontrarla.
Yelena salió corriendo hacia el almacén, yo parecía estar pegada al suelo. No podía mover ni las puntas de los dedos, no sé si es mi cuerpo por estar en modo alerta, o las brujas han encantado para que quede inmóvil. Ninguno de mis compañeros notaba lo que estaba sucediendo.
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LA CHEF Y YO
Fanfiction- Wanda -intentó tomar mi mano, pero me zafé de su agarre. - Chef Romanoff -subí al tren sin mirarla, hasta que busqué un asiento. Enterré mi rostro en la palma de mis manos intentando ocultar las lágrimas que inevitablemente salieron sin ser llamad...