— He estado pensando en lo que propusiste -contesté sin más.
— Es muy arriesgado -seguía mirando la foto de Yelena- Creo que nos hemos acostumbrado a un circulo vicioso. A solo decirnos lo que nos hace peso en la punta de la lengua, solo por hacernos daño. Debemos estar más unidas que nunca -suspiró prolongadamente, al parecer le cuesta demasiado doblegar- Creo que tienes razón, pero yo también.
— Gracias por darme la oportunidad para hablar, solo me he dejado consumir por el miedo y el no poder controlar mis poderes, sentirme vulnerable e inútil. Prometo que pondré de mi parte, esta vez es real. No puedo comparar tu dolor con el mío, pero Yelena era y seguirá siendo un pedazo de cielo para mí. Sufro todos los días que ella no está y una parte de mí siempre se sentirá culpable, Nat.
— Yo también me siento culpable -no ha alejado su mirada de la foto, no la culpo, el Sol brillaba en sus ojos y su sonrisa pícara en todo su esplendor, es una memoria hermosa, ahora plasmada en una fotografía- Siento que debí cuidarla más, no molestarme tanto porque se enamoró de la misma chica, o porque solo me dejó las tapas del pan porque no le gustaban. Debí apreciar más las veces que llegaba con café o cuando estudiaba conmigo, además de que le gustaba, era de gran ayuda -intentó ocultar una lágrima, pero fue imposible- Wanda, ¿has pensado que quien sigue es tu abuela?
— Natasha... -cortó mis palabras.
— ¿O tú? Es algo que me atormenta, uno de mis mayores miedos. Al igual que tú, no puedo seguir perdiendo personas importantes -se giró, despegando la mirada de la foto de Yelena- No puedo perderte.
— Nat... -contuve las lágrimas lo más que pude- Yo tampoco quiero perderte, pero si hacemos esto estaremos en constante peligro. Debemos ser precavidas, no hacer nada si no contamos con aprobación mutua, debemos protegernos. Para eso, debemos confiar la una en la otra.
— Debemos alejarlas de nuestras familias.
Estuvimos toda la noche ideando planes demasiado alocados, tanto que ni hacían sentido con las pistas que teníamos, pero al menos teníamos un plan a medias. La primera fase era que nadie tuviera conocimiento de lo que hacíamos, ni la abuela, ni las brujas. Debían pensar que nos rendimos por completo, que han ganado y que estamos desprevenidas.
Natasha se ha convertido en una actriz excelente, llega despeinada con círculos negros debajo de los ojos hasta no más poder para darle un tono dramático. Su corazón ya ha sanado un poco, o tal vez tiene algo en que enfocar su atención, algo que no sea la tristeza o soledad, o quizás se siente más en paz con la partida de Yelena. A estas alturas ya no puedo identificar qué es. Parte de mí está enfocada en la primera fase de nuestro plan, aunque aun voy al cementerio a diario, a tomar el almuerzo, o solo estar allí.
Ya pasadas las doce de la madrugada, Natasha me esperaba en impaciente frente al portón de la casa de mi abuela.
— Se te ha pasado la hora -masculló en tono de fastidio.
— Lo siento -giré los ojos, mientras dibuja las runas para dejarnos entrar- las runas de mi abuela son difíciles de replicar, si hago alguna mal... -guardé silencio en lo que terminaba la final, el corazón se me quería salir del pecho, hasta que parte de la reja quedó invisible- estábamos fritas.
Caminamos lo más alejadas a la casa, sé que desde el ataque la abuela ha puesto varios hechizos de protección y barreras, no quería echar a perder nuestro plan, y más aun cuando apenas estaba comenzando. Llegamos al lugar donde mi abuela llevaba acabo sus reuniones y donde estaban todas las pertenencias preciadas de nuestro aquelarre, necesitaba echarle un vistazo a las páginas de la profecía y sabía que si se lo pedía a mi abuela, sospecharía.
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LA CHEF Y YO
Fanfiction- Wanda -intentó tomar mi mano, pero me zafé de su agarre. - Chef Romanoff -subí al tren sin mirarla, hasta que busqué un asiento. Enterré mi rostro en la palma de mis manos intentando ocultar las lágrimas que inevitablemente salieron sin ser llamad...