Tentáculo

65 11 1
                                    

La terapia con la doctora Harkness me dejó pensando un poco. Tal vez no he sido lo suficientemente clara con mi abuela sobre lo que siento, lo que realmente mi corazón siente sobre todo esto. Me duele que no se haya detenido por un momento para pensar en mí, sé que se preocupa, pero quisiera que me recuerde como su nieta, no como parte de su aquelarre. Sé que tengo un rol importante, pero el peso sobre mis hombros es mucho más del que alguna vez pensé tener, solo quiero que entienda que no me siento lista y que quiero que me abrace fuerte entre sus brazos, que me diga que todo estará bien.

— Siento un dolor en el corazón -estaba sentada en las escaleras con la mano puesta sobre el pecho y una expresión de dolor- ¡Te has olvidado de mi! -sacó la lengua una vez su cabeza tocó el próximo escalón.

— ¡Oh no! -fingí preocupación sentándome a su lado- Tengo tantos besos para darle, pero ahora será imposible, tendré que...

— Tendrás que nada -abrió un ojo- Aquí, dalos aquí. Aún los siento siendo fantasma - se tocó con el dedo índice los labios para luego levantarlos varias veces esperando que la besara, al ver que no sucedía nada, volvió abrir un ojo- ¿Qué esperas? Mi espíritu cada vez es más débil y solo un beso tuyo puede salvarme.

— Que dramática eres -besé su mejilla y comencé a subir las escaleras hacia el apartamento.

— ¡Oye! -se quejó sentándose recta- ¿Dejarás que me muera? -preguntó con tanto dolor como si fuese cierto- Me dueles, Wanda.

— Si subes puede ser que hayan más besos de por medio -sonreí apoyándome de la puerta, en el momento exacto que vi que su rostro cambió, corrí escaleras arriba.

Escuchaba sus pasos subiendo aún las escaleras, pero las llaves traicioneras no querían entrar en la manija, ahí terminó abrazándome por la cintura.

— Me debes besos por hacerme correr -su respiración estaba agitada incluso comenzó a toser un poco- Ves, es tu culpa -esta vez la inundó un ataque de tos incontrolable que la dejó fuera de compostura.

— Lena -intenté ayudarla a entrar, pero seguía tosiendo descontrolaba- ¿estás bien?

— Asma -contestó en un hilo de voz, poco después levantó su dedo índice- Estoy mejor -sonrió con las mejillas rosadas y dando bocanas de aire prolongadas.

— ¿No deberíamos ir de camino al hospital? Los pulmones por poco te salen del cuerpo -mi preocupación era genuina, su tos retumbaba de manera salvaje en el pecho, incluso aún no ha podido recuperar el ritmo normal de la respiración- Creo que es la mejor opción.

— Wanda, solo es asma -estiró su espalda por el rato que estuvo doblada haciendo una cara de dolor- Estoy bien -hizo contacto visual conmigo y de momento comenzó hacer una cara extraña, su cara se volvió roja y otro ataque de tos.

— Esto no está bien -la ayude a sentarse, poco después su ataque comenzó a cesar.

— En mi mochila hay... -respiró de manera rara y prolongada, ya esto me está poniendo nerviosa- mi inhalador.

Tomé su mochila buscando en todos los bolsillos, en el más grande no estaba, pero saqué de el un juguete de plástico.

— ¿Lena? -alcé el juguete en mi mano, que parecía un tentáculo de un pulpo, pero en color negro con manchas neones.

— Puedo explicar -intentó ponerse seria, pero por más que lo intentó, un ataque de risa se apoderó de ella, poco después otro ataque de asma. Solté esa cosa encima del sillón buscando el inhalador.

Luego de sacar más juguetes, encontré el inhalador dentro de un bolsillo pequeño, de inmediato lo puse en su boca apretando el botón para que la medicina saliera expulsada llenando sus pulmones. Segundos después, su rostro volvió al color natural y respiraba de manera tranquila.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora