Yelena y yo bajábamos las escaleras tomadas de la mano, ella temblaba del coraje, y yo solo quería estar ahí para ella. Detrás, venía Natasha con cara de pocos amigos.
— ¿Qué está sucediendo? -pregunté lo más bajo que pude para que Natasha no escuchara.
— ¿Más allá de que mi hermana es una completa pende....?
— Te estoy escuchando -lo había dicho lo suficientemente alto para que lo escuchara.
Apreté su mano para que mejor dejara de hablar. Esto no pintaba muy bien, y quien las había metido en todo esto era yo, aún sigo sin entender en que momento me pasó por la cabeza que esto era buena idea. Si no se llevaban tan bien cuando yo no estaba en el medio, ¿qué me hacia pensar que ahora lo harían cuando tienen esta ilusión en la cabeza de que ganará quien participe mejor?
Yelena abrió la puerta de la oficina dejándome pasar primero, se sentó y yo me quedé de pie a su lado, Natasha cerró la puerta y se sentó frente a nosotras. Es la primera vez desde hace días que tengo el valor de mirarla a la cara, creo que es porque aún me duele un poco lo que hizo mi abuela, y ella por seguir el juego sin cuestionar nada, sigo molesta con ella.
— ¿Me pueden decir qué coños pasa con el espectáculo?
— ¿Eso no es lo que querías ver, un poco de acción? -se encogió de hombros de manera desafiante.
— Yelena, sabes que no es lo que quiero -pasó su mano por su rostro, frustrada- ¡Solo te dije que no quería seguir peleando!
— Di a cambio de que -contestó retante- No te atreves a decirlo frente a Wanda. Porque no tienes los cojones para hacerlo. ¡Eres una hipócrita!
— Okay ya, deténganse -intervine en la pelea- ¿De qué está hablando Yelena? -encaré a Natasha. Que al parecer pensó que le preguntaría a Yelena por su cara de sorprendida.
Un silencio horrible fue mi respuesta.
— ¿Yelena? -me giré.
— Natasha quiere que dejes de estudiar aquí -contestó sin pensarlo dos veces.
Me quedé de pie, respiré mil veces para que nada se saliera de control. Puedo explotar toda la universidad si me lo propongo, pero esa no es la idea, las palabras se quedaban atoradas junto con mis lágrimas. Yelena estaba molesta, pero yo estaba dolida de que esa fuera su respuesta. ¿Acaso yo estaba siendo imprudente con todo lo que está sucediendo? Nunca ha sido mi intención lastimarla, pero esta es su respuesta a todas estas cosas que estamos pasando. Entiendo que sí la he alejado, pero solo porque estaba mucho más enganchada en descubrir cosas peligrosas que hablar lo que sucedió entre nosotras el día que mis padres borraron sus recuerdos. Si hubiese hablado conmigo, tal vez las cosas fueran diferentes entre nosotras, no dejaría de tener sentimientos por su hermana pero... las cosas serían diferentes.
— Solo dime... ¿por qué? -Logré preguntar con la voz temblorosa.
— No puedo tenerte cerca, representas un peligro para esta organización y sus principios.
— ¡No seas pendeja y di la verdad! -Yelena iba a toda prisa a donde su hermana, pero la tomé del brazo deteniéndola.
— ¿Y QUÉ TIENE? -alzó la voz- ¿No puedes entender que estoy enamorada de Wanda? ¿Que te interpusiste entre nosotras, y lo que haces es empeorando las cosas? Dándole ideas tontas de que puede estar con las dos.
— La única persona que se interpuso fuiste tú, Romanoff. Apuesto lo que sea que la tratabas como tratas a todos, siendo fría y calculadora. Además, no pudiste con que su amor no fuera solo para ti. Incluso, estás tan metida en esta mierda de brujas y poderes que se te olvida que Wanda sigue existiendo. No es mi culpa que seas una completa canalla.
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LA CHEF Y YO
Fanfiction- Wanda -intentó tomar mi mano, pero me zafé de su agarre. - Chef Romanoff -subí al tren sin mirarla, hasta que busqué un asiento. Enterré mi rostro en la palma de mis manos intentando ocultar las lágrimas que inevitablemente salieron sin ser llamad...