Cita

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Quedamos en ir a cenar luego de salir de clases. Natasha estuvo todo el día bastante rara, en vez de insistir con la mirada como todos los días, solo evadía el contacto visual con ambas. Puede ser que Yelena le haya dicho de nuestra cita, ha estado todo el día emocionada y no la culpo, yo también siento un tornado dentro del estómago de tan solo recordar que tenemos una cita.

Jamás me imaginé que Yelena es de esas personas que aparentan ser rudas, pero en el interior son como un malvavisco suave y esponjosito. Esperaba paciente frente a la puerta de casa, con un ramo de flores. Es usual que la viera con su gorro de aprendiz, nunca noté que tiene el cabello corto, no tan corto como Natasha, pero sí hasta el cuello, en capas cuidadosamente estilizadas para darle un toque diferente. Los flequillos llegaban a nivel de sus cejas con destellos dorados, que encajaban perfecto con su color brunette. Llevaba un piercing en su nariz que no había visto antes, un jean ancho con sus airforce hechas un desastre, y una chaqueta de cuero que tapaba la mayoría de su torso, porque debajo solo llevaba un top que solo cubría sus senos.

— ¿Disculpe? Señorita... creo que tiene la casa equivocada -reía, mientras cerraba la puerta a mis espaldas.

— Wow, Wanda... -no paraba de mover su cabeza de arriba a abajo mirando mi outfit. Llevaba una camisa ancha hasta los codos, un pantalón negro y unas sandalias crema, un poco de labial y el cabello suelto- Te ves hermosísima.

— Lo mismo digo de ti -deposité un beso en su mejilla- ¿Lista?

— Sí, sí... lista. Vamos -intentaba bajar las escaleras, pero estaba teniendo un glitch- Estás son para ti -extendió las flores que traía en las manos, su reacción y nerviosismo causa una sonrisa en mí.

— Déjame llevar las flores y nos vamos... gracias, están hermosas -las pegué a mi nariz cerrando los ojos.

Luego de dejar las flores, caminamos un rato en silencio, Yelena dijo que tenía todo planeado para nuestra cita, pero creo que los nervios estaban ocultando a la persona pícara y graciosa que conozco. Varias veces chocamos los hombros, pero no pasó nada más fuera de eso. Llegamos a un parque, desde que llegué no tuve oportunidad de salir y explorar algo que no fueran las calles de camino a la universidad y de vuelta. De noche todo es más tranquilo y lindo.

— Hemos llegado -se detuvo en el medio del parque.

— Es muy lin.... -quedé sin palabras- ¿Eso es la Torre Eiffel?

— Sé que no has tenido mucho tiempo para descubrir este lugar... y para mí es un completo gusto ir descubriéndolo contigo. Así que te traje a la torre, no es como que pudiera llevarla conmigo hasta donde tú estés, pero si pudiera lo hacía porque por ti Wanda.... -me lancé a su cuerpo, abrazándola fuerte.

— Gracias -intenté ocultar mis ganas de llorar- Ha sido un gesto muy lindo -acomodó mi cabello detrás de la oreja para luego mirarme- ¿Tengo algo en la cara?

— Solo mi mirada perpleja porque en serio, no eres de este planeta, bueno casi, eres una bruja y...-pasé mi pulgar por sus labios mientras, observaba cómo su cuerpo temblaba bajo mi tacto, el corazón quería salir corriendo de su pecho, pegué mi frente a la suya, cerré los ojos dejándome llevar por el momento, se siente tan correcto, tan perfecto- Nunca me he sentido que pertenezco Wanda, pero contigo siento que encajo perfectamente.

— Solo bésame -supliqué, mi cuerpo lo pedía a gritos.

Obediente, atrapó mis labios con delicadeza. Sus manos paseaban por mis caderas bajando poco a poco hasta llegar a mi trasero, el que apretó levemente haciendo que me aferrara más a su cuerpo para aumentar la fricción en nuestros cuerpos. Un árbol se interpuso en nuestro camino, además de no saber cómo llegamos aquí, Yelena tenía otros planes.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora