Nat

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La noche anterior, Natasha me ayudó a terminar de organizar todo. No hablamos mucho, aún entre nosotras hay algo que no hace click. Mi padre había llegado temprano, hoy había práctica para combate cuerpo a cuerpo. Mi abuela dice no ser necesario, ya que una vez aprenda a dominar mis poderes no darán dos pasos y ya estarán fritos, pero el sigue insistiendo que hay mil y un maneras de despojar a una bruja de sus poderes. Esto es justo y necesario.

Mi padre lanzó un golpe directo a mi rostro, pero lo detuve con el dorsal de mi mano derecha.

— ¿¡Hoy no hay calentamiento?! -Pero no contestó, volvió a lanzar otro golpe, y bloqueé con mi mano izquierda- Eso es un no.

Lo empujé alejándolo de mí, pero no dudó de nuevo en acercarse, y lo congelé en el tiempo.

— Ya perdiste -hablé de manera victoriosa, pero unos segundos después comenzó a moverse, algo que no había visto jamás.

— Aún no.

Sacó de su bolsillo una pequeña piedra, cada vez que daba un paso para estar más cerca de mí, mis poderes seguían debilitándose. Volvió a la carga con una combinación de golpes, es cual tuve éxito de bloquear todos, menos el último. Retrocedí unos pasos, sentía el área caliente del impacto, corroboré mi mano en busca de sangre, pero no habían rastros. Tengo que admitir que estoy molesta, pero la magia está siendo bloqueada, lo que queda soy yo. A medida que iba avanzando posicioné mi cuerpo para atacar, cuando estaba cerca me deslicé por el suelo, haciéndolo tropezar, con mi pierna empujé la parte trasera de su rodilla para hacerlo caer. Me
puse de pie cerca de él, empujando la piedra, amarrándolo con mis poderes y al final, destruí la piedra.

— Creo que tu abuela estaría contenta.

— He practicado, entrenado, y todo lo que se me ha requerido.

— Wanda, estoy muy orgulloso de ti -lo miré con rapidez, haciendo que él sonriera con mi reacción- Sé que no te lo he dicho demasiado, y que no he estado muy presente, pero cada día estoy muy orgulloso de ti.

— No sabes cuanta falta me hace escuchar eso -asentí sonriendo.

— Nos vemos la próxima semana, cariño -su esencia comenzó a desaparecer, pero volvió- Envíales saludos a Natasha y Yelena. Espero conocerlas pronto.

Solo comencé a reír con las mejillas ruborizadas, me abrazó fuerte, besó mi sien, y se despidió levantando su mano. ¿Cómo es posible que sepa esas cosas? Creo que la abuela tiene mucho tiempo libre para hablar. Volví a caer en el sillón de mi apartamento, el cristal perdió su brillo y fui a ponerlo en su lugar. Creo que esto es lo mejor que se han inventado, mi padre ahora mismo se encontraba en Dubai, el cristal crea una especie de habitación, donde puedes interactuar y en este caso, estábamos sacándole el mayor provecho al utilizarlo para nuestro entrenamiento. Aunque esté dentro del cristal, mi cuerpo en el plano físico siente todo lo que sucede, aún me duele el lado derecho del rostro de cuando mi padre me dio el primer golpe.

Dispuesta a darme un buen baño, me miré varias veces al espejo, corroborando el hematoma que estaba asomándose en mi rostro. Al quitarme la ropa, observé cada detalle de mi cuerpo, inmediatamente pensé en Yelena, como recorría cada espacio de mí, haciéndome sentir amada con cada caricia y beso. Natasha cruzó mi cabeza, sus besos menos delicados, pero con un amor algo difícil de descifrar aún.

— No, Wanda -me regañé con firmeza- ¡Ahora no!

Tengo que estar lista y preparada para poder continuar con el trabajo de desbloquear los recuerdos de Natasha, tengo que comportarme. Terminé dándome una ducha rápida para poder comer algo, en cuanto salí de mi habitación, la abuela ya estaba preparando las cosas con Natasha.

LA CHEF Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora