Decisiones

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Esteban, ¡No te vayas, por favor! Fueron las palabras exactas que escuchó el moreno al momento de emprender su camino hacia la a próxima habitación.
Volteó a verla inmediatamente un tanto sorprendido con el ceño fruncido.

—¿Cómo? ¿Escuché mal o me acabas de decir que no me vaya? —preguntó incrédulo—.

-Yo... yo, quiero que te quedes porque...
—hizo un pare—. No, sabes qué, ¡Olvídalo! Debes estar cansado, y yo aquí molestándote... —expresó arrepentida—.

-No, para mi no es ninguna molestia... ¿En qué te puedo ayudar?

-No. Puedes irte tranquilo Esteban, no es nada, por favor, vete de descansar.

-Está bien. Pero, no dudes en llamarme si necesitas algo. ¿¡Okey!? —le sonrió y comenzó a caminar nuevamente hacia su habitación—.

—¡Sííí! ¡Sí necesito algo! —volvió a exclamar la pelirroja—.

Él nuevamente retrocedió y comenzó a reir.

—Marcia, ¿Esto es un algun tipo de juego? —dijo sonriéndole—.

—¡Perdóname, no quise incomordarte! —le contestó bastante seria y avergonzada—. Lo que pasa es que... —en ese instante el moreno la interrumpió—.

—No. No me incomodas, para nada... ¡Relájate! —se acercó más a ella—. Simplemente me pareció un poco chistoso lo que acaba de ocurrir, deja de estar a la defensiva todo el tiempo, ¡Por favor!
Ahora sí, dime, ¿Qué se te ofrece?

—Es que tengo que hablar contigo varias cosas que traigo atoradas, y si no las digo siento que no podré dormir bien—.

—Hmm —asintió—. ¿Así que yo soy quién te roba el sueño?

—¡No! —contestó un tanto enojada—. Deja de ser tan creido Esteban, tú no provocas ningún efecto en mi, ni para bien ni para mal.

—A ver, sólo era chiste —se echó a reir—.Yo sé que para ti soy un cero a la izquierda. ¡Discúlpeme señora Cisneros! Bueno, ya creo que no estamos desviando de lo realmente importante... ¿De qué quieres hablar conmigo?

—¡Entremos, por favor! —dijo Marcia—.

Ambos entraron de inmediato.

—Antes que nada, quiero agradecerte por haberme ayudado a zafarme de ese máldito infeliz que intentó abusar de mi, si no hubieses llegado no me quiero imaginar cómo estuviera en estos momentos, y eso es algo que siempre te agradeceré Esteban.
Y por otra parte, quiero que me disculpes por todos los malos entendidos que tuvimos en el evento, yo, estaba muy tomada, no sabía lo que decía ni mucho menos lo que hacía. Y también quiero que sepas que estoy muy apenada con tu amiga Verónica, cuando la vuelvas a ver ofrecele mis más sinceras disculpas. Por favor.

—No te preocupes, es más, ¿Qué pasó esta noche? ¡No me acuerdo!.. —exclamó finjiendo y ambos sonrieron—.Y en cuanto a lo de Verónica no sé por qué estás convencida de que la voy a volver a ver...

—Bueno, supongo que sí. Tú me dijiste que estabas interesado en ella y ahora que según tú no tienes nada con Paula pues, nada te lo impide.

—Eso que te dije de que me interesaba esa mujer fue una simple estupidez, en serio, fue en un momento de rabia y reaccioné de la manera más imbécil que se puede hacer. Además, con eso que le dijiste de que yo estaba casado creo que me odiará toda la vida... —rió—.

-No sabes cuánto lamento haberte calumniado de esa forma, perdóname por favor, no sé donde tenía la cabeza, tú más que nadie sabes que a mi el vino me hace bien...
—respondió bastante avergonzada—.

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora