Cara a cara

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[Tres meses después]...

[Spectacles]...

Marcia se encontraba dentro de su oficina chequeando un par de documentos en su computadora y repetinamente escuchó una voz masculina llamándola por su nombre.

—Marcia, buenas tardes...

Todo su sistema nervioso se alteró instantaneamente causando que sus manos y piernas comenzaran a temblar y su corazón se acelerara por mil. Aunque lo más complejo era que no se atrevía a mirar hacia el frente y dar la cara.

—¿Cómo estás? —él caminó acercándose a su escritorio—.

—Esteban... —enfatizó finalmente con el último aliento que le quedaba poniéndose de pie desde su cómodo asiento—.

Él abrió los ojos sorpresivamente al ver su panza grande y sintió que el mundo se le fue encima.

—¡¡¿¿Estás... estás... embarazada??!! —le preguntó totalmente asombrado y confundido—.

Ella comenzó a hiperventilar y se acoloró de una manera impresionante.

—¡¿¿Estás embarazada??! —volvió a cuestionarla bastante choqueado y sin dejar de mirarle la panza—.

La pelirroja hizo un ademán con su cabeza afirmando y le respondió. —Sí... —bastante nerviosa—.

Al notar que Esteban continuaba impresionado observándole la panza, se incomodó un poco y caminó hacia el otro extremo de la oficina.

—¡¿Y cuánto tiempo tienes?! —le lanzó otro interrogante mientras ella caminaba dándole la espalda—.

Marcia apretó sus dientes como señal de "¿¡Dios mío, qué digo!?" y enseguida volteó a verlo.

—Yo... —inhaló profundo y exhaló para controlar su ansiedad— tengo cuatro meses...

Para Esteban esa respuesta fue como estrellarse contra un muro.
Su mente fue tan ágil que de inmediato ató cabos y lo hizo llegar a la conclusión de que ese bebé no era de él.

Si algo tenía muy claro era que; hace más de cinco meses su relación con ella había tenido su fin.
Efectivamente, era imposible que existiera la posibilidad de ser el padre de esa criatura.

El moreno estaba atónito. No emitía ni una sola palabra.

En aquella oficina se creó un terrible silencio incómodo hasta que Marcia reaccionó y le preguntó. —¿Y... y qué haces aquí? —procedió a revisar unas carpetas que yacían sobre su mesa de escritorio para no verlo a la cara—.

—Aah, no, simplemente estoy aquí por dos cosas, eh... —tragó saliva tratando de volver a la realidad—. Lucía, nuestra hija, eh... me dijo que tú tenías el traje de su graduación y me pidió que lo viniera a buscar aquí a tu... a tu oficina... —expresó rascándose la cabeza—. Y lo otro es la firma de un apta que creo que tú debes enviar a su universidad. No sé, en realidad eso fue lo que comprendí...

Ella sólo hacía ademanes afirmando que "sí" y cuando él terminó de hablar, le contestó. —Sí, sí. Yo tengo el vestido. De hecho está, ehh... ¿Dónde está? —se cuestionó en voz alta, sin embargo, su mente estaba en blanco y procedió a caminar por toda la oficina buscándolo llena de nervios—.

—¿Te ayudo? ¿Es un paquete?

—No, no. Es una bolsa, es una bolsa rosa. ¡¿Dónde carajos la eché, por Dios!? —exclamó bastante desperada—.

—¿No es esa que está frente a ti? —le preguntó dudoso—.

Ella se quedó viendo la bolsa con muchísima vergüenza, la tomó con rapidez y se volteó a verlo intimidada. —¡Estoy ciega, por Dios! —mencionó con una sonrisa nerviosa—.

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora