Mi vicio y mi condena

Enfrentando los fantasmas del pasado

[Día siguiente]...

[Lom-Ent]...

—Hugo, ¿cómo vas con el análisis de la propuesta que te entregué el viernes?

—No, papá. Todavía no la he chequeado... —expresó un tanto tímido—.

—¿Por qué? 

—No me ha dado tiempo, de hecho apenas iba a hacerlo.

—¿De casualidad ese tiempo no te lo quitó Celia? —rió y su hijo también lo hizo un poco avergonzado—.

—Sería un mentiroso si te dijera que no, es verdad, este fin de semana me ocupé con ella. Salimos dos veces. —sonrió y se reacomodó sobre su asiento—. 

—Supongo que te fue de maravilla porque tu cara lo evidencia todo. —le sonrió y le palpó el brazo—.

—¡Increíble, papá! Siento que Celia me corresponde, la pasamos tan bien juntos, nos entendemos a la perfección, es muy divertida y sencilla. ¡Me encanta su forma de ser!

 —Me da alegría saber que todo va por buen camino.

—Por cierto, anoche cuando salíamos del bar, me contó Celia que se topó con Verónica en el baño de mujeres...  

—¿Con Verónica? —frunció su ceño un poco sorprendido—. 

—Sí. Yo al principió lo dudé porque según lo que ella nos dijo después de terminar el contrato aquí en Lom-Ent se iría definitivamente a Monterrey. Pero, Celia también me dijo que la saludó y Verónica hizo lo mismo. 

 —Bueno, en realidad me tiene sin cuidado donde se encuentre. Por suerte dejó la empresa. Es buena trabajadora, sin embargo, me trajo muchos conflictos, especialmente con tu mamá. 

—Me imagino, de acuerdo a lo que me contaste... 

Esteban asintió.

—Oye, papá, acá entre nos... ¿esa mujer nunca habló con mamá?

—¿Te refieres a cuando llegó a esta ciudad? 

—Sí...

—No, nunca. Marcia jamás la soportó y cuando pasó todo este enredo de las fotos y demás, menos... francamente creo que fue lo mejor.

[...]

[Horas después]...

Marcia y Esteban acababan de observar al pequeño Rafael a través de una ecografía. Luego de salir del hospital ambos se subieron al coche del moreno para dirigirse a sus respectivos lugares de trabajo.

—¡Siempre será hermoso ver a nuestro bebé! —mencionó la pelirroja muy emocionada mientras miraba las fotografías 3D—.

—Si, es una sensación de felicidad única. —volteó a verla sonriente—. ¡Presiento que se parece a mi! 

Ella se echó a reír y le contestó. —Espero que no tengas razón... aunque, si te soy honesta, lo más probable es que me hayas ganado en genética una vez más... ¡¿Me sorprende?! ¡Para nada! —los dos rieron—.

Él se acortó su distancia quedando a pocos centímetros de su boca. —Dame un beso... —le pidió rozándole sus labios y ella sonrió—.

—¿Ya no recuerdas que una vez te dije que eso no se pedía sino que se robaba? 

Ambos soltaron un par de carcajadas y unieron sus labios con voracidad. 

—Lo recuerdo perfecto... —afirmó Esteban con un tono de voz sensual y procedió a mordisquearle su labio inferior— hace seis meses en un baño de un restaurante...