Decisiones

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[Departamento, Marcia]...

—¿Ya te sientes mejor? —la cuestionó Alba—.

—Sí, un poco... me sirvo haberme dado un baño de pies a cabeza, realmente lo necesitaba...

—Marcia, sé que quizás no es el momento para tocar este tema pero, ¿por qué al final te arrepentiste? —la pelirroja también tomó asiento con una expresión en su rostro no muy cómoda—.

—La verdad es que, los remordimientos me ganaron. No pude ser capaz de hacerlo, mi consciencia y mi corazón no me lo permitieron.

—¿Será porque en el fondo sí quieres a ese bebé?

—No, Alba. Créeme que yo no deseo estar embarazada.

—¿Por qué? ¿Por qué es de tu ex?

—No sólo por eso. Si te soy sincera, no deseo tener otro hijo. Independientemente si es de Esteban o de Iñaki, yo no quiero traer otro niño a este mundo y menos a esta edad. ¡Por Dios, no soy una jovencita! ¡Tengo 43 años!
Además, es una responsabilidad muy grande y también un poco riesgoso a estas alturas, por cierto.
Yo siempre me he visionado únicamente con mis dos hijos, ya siendo unos adultos. Con Hugo y Lucía tengo suficiente.

—¿Y entonces? ¿Qué piensas hacer?

—Tenerlo. —afirmó muy decidida—. De todas formas, debía tomar una decisión.
Y aunque verdaderamente estaba, estoy
—se corrigió— entre la espada y la pared, creo que pasaría toda mi vida con un terrible cargo de consciencia, considerándose una cobarde, asesina y mala madre. Eso, definitivamente sería como vivir en el infierno de mi propia mente y te juro que mejor prefiero continuar con este embarazo, enfrentar lo que se venga y asumir la responsabilidad.
Igual, sé que con el tiempo me voy terminar encariñando y lo amaré o la amaré así como a mis otros dos hijos.

—¡Por Dios, Marcia! ¡Es más que obvio que lo vas a amar! Tú eres una persona maravillosa, especialmente siendo madre. Apuesto que cuando te veas la panza así de grandota —hizo una mímica con las manos en su barriga— o sientas que se te mueve, no te cambiarás por nadie.

—Puede ser... —expresó ella con una leve sonrisa—.

—Y cuando hablas de enfrentar las cosas, ¿Te refieres a decirle la verdad a Iñaki?

—Sí. ¡Y no sabes cuánto lo lamento! Sobre todo porque lo más probable es que me pida el divorcio.

—Es lo más obvio...

—Él es un buen hombre. —puso la mano en su frente—. ¡Me siento tan culpable de haberle fallado!

—¿Y Esteban? ¿Dónde queda en todo esto?

—Después de que solucione las cosas con Iñaki le contaré lo que está pasando. Muy pronto sabrá que va a tener otro hijo.

—¡Ay, Dios mío! ¡Pago por ver la cara de ese hombre! —exclamó la española y Marcia medio sonrió—.

—Ojalá y no dude de su paternidad. Aunque no lo creo. Él es un estúpido, imbécil, mentiroso, infiel y todo los adjetivos más rastreros que conozcas. Pero, no es un mal padre. ¡Es lo único bueno que tiene!

—Claro, además de una excelente puntería... —contestó Alba con ironía y una leve sonrisa—.

Sin embargo, a Marcia le disgustó un poco comentario y le respondió un tanto seria.
—No es gracioso, Alba.

—¡Ay ya, tía! ¡Solamente fue un chistecillo!

La pelirroja medio sonrió y le preguntó con sarcasmo—. ¿Cómo te digo ahora? ¿Doña comediante?

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora