Sorpresas

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[Martes, Lom-Ent]...

-¡Buenas tardes Celia! ¿Se encuentra Esteban?

-¡Buenas tardes señora! Sí claro, está en su oficina, adelante.

-Gracias...

[Oficina, 12:10 pm]...

-Esteban...

El moreno estaba concentrado revisando unos documentos cuando de repente escuchó una voz que conocía perfectamente.
Agilmente levantó su cabeza y le lanzó una mirada un tanto reprochable.

-¡Marcia! -se levantó de su asiento-. ¿Qué haces aquí?

-Yo vine porque... -se acercó a él bastante tensionada y nerviosa-. Porque necesito hablar contigo...

-¿Conmigo? ¿Estás segura? -contestó con un tono ironico-.

-Sí. -respondió seria-. Vengo a hablar contigo y esta vez no quiero discutir por tonterias.

-Aah, ¿Es que a ti todo esto te parece una tontería? -se acercó más a ella y Marcia retrocedió tratando de evitar el contacto con él-. De verdad a ti te parece una tontería regresarte de Monterrey sin decirme nada después de todo lo que pasó entre nosotros, a ti te parece una tontería ignorar mis llamadas desde que te fuiste y todos estos días que han pasado, yo estaba preocupado por ti Marcia, lo último que supe de ti fue que tuviste un problema y por eso te viniste, nada más.

-¡Lo de nosotros fue un estúpido error! ¡Un máldito error! -dijo mirándolo a la cara-.

-¡Quizás para ti! ¡Pero para mi no!
-le contestó un poco sulfurado-. Y aunque así fuera eso no te da derecho a ignorarme todo este tiempo como lo hiciste, que te costaba contestarme una miserable llamada de las tantas que te hice o un por lo menos mandarme un mensaje diciéndome que estabas bien y que todo esto fue un estúpido error, así como lo estás diciendo ahora.

-¿Sabes qué? No voy a perder mi tiempo discutiendo contigo sobre este asunto, mis razones tuve para no contestarte.
Vine a informarte que tomé una decisión, apartir de ahora Hugo se encargará de entregarte los informes de mi trabajo en este proyecto. No voy a volver a trabajar contigo aquí en Lom-Ent.

-Claro, tú siempre decidiendo por absolutamente todo sin consultarle a los demás...

-¿Bueno pero qué diablos quieres Esteban? -le respondió sulfurada-.

-Sabes que quiero... -la sujetó contra su cuerpo-. ¡Que por una maldita vez en tu vida dejes de ser tan corbarde!

-¿Cobarde? -se soltó de su agarre-. ¿Crees que me voy porque te tengo miedo? -rió con ironia-.

-Así es. Huyes como una corbarde porque tienes miedo de lo que pueda seguir pasanso entre tú y yo.

-¡Eso para mi no significó nada! Me oyes, ¡Nada! Y no, no soy una corbarde pero si es lo que piensas es tu problema...

-¡Eso para mi no significó nada! Me oyes, ¡Nada! Y no, no soy una corbarde pero si es lo que piensas es tu problema

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Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora