Indirectas

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[Lom-Ent]...

Después de estar tres meses por fuera, Esteban volvió a tomar el mando de su empresa.
Ese mañana llegó un poco más tarde que lo habital ya que se había quedado conversando y desayunando junto a Marcia.

Hugo estaba esperándolo en su oficina para hacerle entrega de ella nuevamente e informarle acerca de algunos asuntos pendientes por resolver.

—¡Muchísimas gracias, hijo! —lo abrazó—. Hiciste una excelente labor en mi ausencia. ¡Me siento tan orgulloso de ti! —le pellizcó una de sus mejillas como gesto de cariño y ambos sonrieron—.

—¡Gracias a ti, papá! Por la confianza que depositaste en mí. ¡No hay mejor padre que tú! —lo abrazó emocionado—.

—Te amo, hijo. ¡Nunca lo dudes!

—Yo también, papá.

[...]

[Casa Lombardo]...

—¡Lucía! ¿A dónde vas? —la interrogó Marcia cuando la joven estaba a punto de abrir la puerta—.

—Mamá, ¿no te acuerdas que anoche les dije que desde hoy iba a empezar con mis trámites del viaje?

—Aah sí. —asintió—. Por un momento lo olvidé... ¿y qué es lo primero que piensas hacer?

—Tengo que ir con los de la agencia...

—Ahora que te vayas a ese vacacional me vas a hacer mucha falta. —le dijo con tristeza—.

—¡Ay, mamá! ¡Sólo es un mes! —se acercó y la abrazó—.

—Sí, pero para mi será como un año.

—Además, no estarás sola, queda el tarado de Hugo y mi papá.

—Si es que sigo viviendo aquí...

—¿Por qué lo dices? ¿Te vas?

—¡¿Y tú crees que me voy a quedar toda la vida en esta casa?! —rió—. Si todo se resuelve rápido, no estaré por mucho tiempo.

—Bueno, tú eres quien decide... lo único que sé es que mi papá jamás te va a correr. —rió—. Si por él fuera te quedarías a vivir toda la eternidad con él. Es más, primero me echa a mi y a Hugo antes que a ti. —soltó una carcajada—.

—¡Deja de decir bobadas, Lucía! Hablas como si yo fuera su esposa... ¿En serio crees que Esteban va a querer vivir toda la vida conmigo así porque sí, sin recibir nada, siendo únicamente amigos?

—Hmm, amigo el ratón del queso...
—murmuró Lucía—.

—¡¿Qué dijiste?! ¡¿Me estás tratando de mentirosa?! —la cuestionó un poco enfadada—.

—Yo no he dicho nada, mamá. —negó muy seria. Aunque en el fondo tenía unas inaguantables ganas de reirse—.

—Aah, entonces yo escuché mal. —agregó la pelirroja con sarcasmo—.

—Mamá, sinceramente te lo digo... ¿tú de verdad piensas que con la edad que tenemos Hugo y yo nos vamos a comer ese cuento de que "sólo son amigos"?

—Pues no, no somos amigos pero tampoco tenemos una relación. Entre Esteban y yo no hay nada, de nada y ni lo habrá. ¡Y no insistas con ese tema!

—Bueno, eso precisamente escuchaba hace unos meses y ahora resulta que por "arte de magia" —expresó con sarcasmo— voy a tener un hermanito.

—¡Por Dios, Lucía! ¡Mejor vete a tu agencia!

—¡¡No me sorprendería regresar de canadá y encontrármelos felizmente casados por la iglesa!! —afirmó echándose a reír y salió corriendo para evitar la reacción de su madre—.

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora