Celebración

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Ninguna de las dos contestó nada y Lucía caminó con el objetivo de acercarse más a ellas.

—¿Por qué se quedan calladas? —preguntó un poco extrañada y sonriente—. ¿Qué tanto celebran? Bueno, si es que se puede saber... —dio de hombros—.

—¡Ay, nada hija! ¡Tonterías! —contestó Marcia y la abrazó—. Hace días que no te veía. ¡Me hacías mucha falta!

—¡Yo también te extrañaba muchísimo! Ayer me cancelaste la cita. —hizo un puchero con su boca—. Por eso vine a verla hoy, señora. —la joven no se conformó con la respuesta de su madre y volvió a preguntarle—. Pero, no me has contestado lo que te pregunté. ¿Qué tanto celebrabas con Alba? ¡Y no acepto que me digas que es una tontería! Las vi muy felices y realmente no parece algo insignificante.

—¡Deja de ser tan curiosilla, chiquitina!
—dijo la española tocándole la nariz como gesto de cariño—. Estabamos celebrando que muy pronto trabajaré con Marcia en Spectacles. ¡Eso es todo!

Lucía se echó reír y le respondió. —Ustedes pensarán que soy una chismosa de lo peor, pero les aseguro que no. Simple curiosidad. ¡No puede ser! Así dice mi papá... —rió—. ¡Me estoy convirtiendo en él!

—¡No! ¡Ni Dios lo mande! —murmuró Alba y la pelirroja soltó una carcajada—.

La joven también alcanzó a escucharla. Aunque, para ella no fue nada gracioso, más bien, disgustante.

—¿Qué dijiste, Alba? —la interrogó seria—. ¿Que ni Dios que..? Mira, yo sé que mi papá no es santo de tu devoción pero, ni al caso tus comentarios.

Marcia se sorprendió al ver a Lucía con ese caracter refutándole a su amiga.

—¡Ay, lo siento, Lucy! —expresó ella bastante arrepentida—. Sólo fue un pésimo chiste. La verdad es que no pensé que lo fueras a tomar de esta manera. ¿Me perdonas? —la tomó por sus manos—.

—Está bien... —asintió ella sonriente—. No te sientas mal. ¡Conmigo no hay rollo!

—¡Gracias, chiquitina! —la abrazó—. Menos mal no eres rencorosa. —Lucía le sonrió—.

—¿Ves, Alba? A esta niña no se le puede hablar mal del padre. —afirmó Marcia—. Hmm, ya sabemos quien es su favorito.

–¡Tampoco, mamá! —las tres rieron—. ¡Eso no es verdad! ¡No seas tan celosa! Sabes que te defendería igual.

—Solamente bromeo, yo lo sé... —dijo la pelirroja sonriente y le dio un beso en la frente—.

—¡A propósito! Ayer vi a mi padrino y me invitó al lanzamiento este del nuevo proyecto en el que trabajaste tú y mi papá.

—Aah, sí, yo también debo ir. —agregó Marcia un poco desanimada—.

—Obvio. La señora Marcia Cisneros fue un pieza clave en la elaboración del proyecto. —imitó la voz de un presentadora—. No puedes faltar, má.

—No te olvides de Hugo. Él fue el puente comunicador entre tu padre y yo este último mes.

—Sí. —asintió Lucía—. Sin duda Hugo es el primero en la lista de invitados. —sonrió—.

—Bueno, si la noche es tan importante y tan elegante, entonces deben ponerse más bellas de lo que ya son. Yo me puedo encargar de eso. —agregó Alba—.

—¿En serio? —preguntó la joven emocionada con una gran sonrísa—.

—Por supuesto que sí. En ocaciones he maquillado a Marcia, y no es por echarme flores pero esta tía ha quedado expectacular.

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora