Trampa

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[Lunes, Lom-Ent]...

—Buenos días Celia, estoy buscando a Esteban...

—Buenos días, ya la anuncio... —la secretaria le avisó a su jefe—. Listo, ya puede pasar.

[Oficina]...

—Esteban, vengo a hablar contigo...
—cerró la puerta—.

—¡Buenos días querida madre de mis hijos! —le sonrió—. Yo estoy muy bien y... ¿tú?

—¡Por favor! No me vengas con cortesías.

—Bien. —asintió—. Toma asiento, ¿A qué se debe el honor de tu visita?

—Vine a informarte que desafortunadamenre voy a trabajar contigo desde hoy mismo.

—¿En serio? —le sonrió descaradamente—. Si mal no recuerdo juraste no trabajar en este circo con este payaso. —se señaló a sí mismo—.

—Pues, no me quedó de otra, ya había firmado un contrato con Gaspar. Mira Esteban, yo sé que no nos soportamos pero vamos a tratar de hacer esto lo más llevadero posible...

—¡Estás equivocada! —negó con su cabeza—.

—¿En qué? —dijo Marcia confundida—.

—Tú piensas que yo no te soporto y eso es mentira, por el contrario, si por mi fuera te arramara... —lo dijo con una mirada penetrante y seductora—.

—Marcia se rió con ironia — Sí claro, ¿De verdad te creo? ¡Por Dios! tú me detestas así como yo a ti... En fin, estoy aquí únicamente para hablar contigo acerca del trabajo. ¿Cómo nos vamos a organizar?

—Pues, yo propongo que todos los días nos encontremos aquí en mi oficina para trabajar en equipo los dos y así ir adelantando más.

—¿Todos los días? No, olvidate de eso, no puedo... También tengo que hacer otras cosas en mi oficina...

—Recuerda que solo tenemos dos meses.

—Sí pero, me queda imposible, además yo soy la que siempre va a estar movilizándose y me voy a agotar muchísimo.

—Bueno, entonces ¿Qué te parece en las noches en mi casa?

—¡Tú estás loco! ¡Ahí menos! Ni lo sueñes —Alterada—.

—Esteban se echó a reir—. ¡Por Dios Marcia! Ni que te fuera a comer... Además, si lo que te preocupa es que estemos solos, están los empleados y nuestros hijos o... ¿No te dejan? —le preguntó con una sonrisita cínica—.

—Primero que todo, Iñaki no me prohibe nada y segundo ¿Tenerte yo miedo a ti y de qué? —dijo con altivez—.

—De que quizás pueda ocurrir lo que pasó entre nosotros la noche del evento. —la miró fijamente—.

Marcia se quedó perpleja, le temía mucho a que Esteban le recordara lo sucedido entre los dos aunque en el fondo presentía que tarde o temprano iba a pasar así que puso en marcha lo que había planeado, su salvavidas.

—No entiendo... —fingiendo seriedad aunque en realidad estaba nerviosa—. ¿Cómo así? ¿Qué pasó?

—¿En serio? ¿No te acuerdas? Y entonces por qué te noto como nerviosa. Sabes que, ni siquiera te creo... —la miraba a los ojos, trantando de intimidarla—.

—Sinceramente no recuerdo nada... pero ¿Qué hice? —un poco nerviosa—.

—Esteban automáticamente pensó en tenderle una trampa—. A ver, te lo voy a contar lo que pasó... resuelta que yo estaba en el baño, de repente llegaste tú y comenzaste a insultarme, me dijiste que me odiabas, que me despreciabas...

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora