Mezcla de emociones

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Marcia salió totalmente destrozada de aquella terraza, cuando volvió al lugar del evento se fue al baño de mujeres.
Allí se encerró y comenzó a llorar.

Traía tanto coraje con ella misma y una frustración inmensa la invadía porque no quería sentirse así. No quería seguir sintiéndose atada a ese sentimiento que su exesposo le generaba.
Aunque le costó reconocerlo se dio cuenta que le dolía verlo con otra mujer, y eso definitivamente fue el detonante para dejar de negarse a sí misma y aceptar de una buena vez por todas que sí lo seguía amando.

Por otro lado, odiaba amarlo, odiaba seguir cómo una estúpida desestabilizada por él, sobre todo porque pensaba que no se lo merecía, es más, que ni siquiera merecía una lágrima de las que estaba derramando.
Además, estaba casada, se supone que no debía sentir ni lo más mínimo por otro hombre porque eso sería como traicionar a su esposo.
Sin embargo, había algo que tampoco no la dejaba tranquila; su relación con Iñaki. Marcia tenía la sensación de que ya no era igual que antes, últimamente estaban teniendo muchos conflictos y en parte estaba consciente que era por su culpa.

Todos esos asuntos daban mil vueltas en su cabeza, la pelirroja estaba tan desesperada que comenzó a experimentar un pequeño ataque de ansiedad y decidió salir de donde estaba encerrada porque si no, se iba a enloquecer.

Salió de ahí sofocada, abrió la llave y comenzó a echarse agua en la cara para calmarse.

Cuando se vio al espejo un poco más aliviada sintió ese momento como un dejà vu.
En ese mismo instante pensó en la noche de aquel concurso donde empezó todo, cuando tuvo su primera cercanía con Esteban precisamente en un baño, recordó que en ese entonces sólo el simple hecho de pensar que quizás existía la posibilidad de seguir sintiendo algo por él la puso muy mal, exactamente como estaba ahora.
Pero esta vez para su mala suerte ya no era un intruso pensamiento, era su más temible verdad.

La pelirroja comenzó a creer que una vez más la vida le hacía una cruel y despiadada jugarreta.
Pero bueno, tampoco se iba a echar a la pena, al final decidió enfrentar la situación como acostumbraba a hacer porque ante todo era mujer fuerte que siempre encontraba una solución a cada uno de sus problemas.

Así que se terminó de limpiar el rostro, se acomodó su cabello y salió de aquel baño.

[Esteban]...

El moreno seguía en la terraza del balcón, ya ni siquiera tenía ganas de entrar a seguir disfrutando de la fiesta.
No se sentía con ánimos, quedó bastante malhumorado y aburrido.
Solamente se dedicó a contemplar algunas montañas y una luna llena que se veía de fondo esa noche mientras pensaba en la madre de sus hijos, en todo lo que habían vivido juntos y también en su situación.

[Marcia]...

La pelirroja comenzó caminar por todo el evento buscando más alcohol, se sentía tan cargada de asuntos sin resolver que lo único que quería era olvidarse de todo y de todos.
La champaña la hacía sentir más tranquila, más relajada, por esa razón sentía que necesitaba tomar más.

—¡Hasta que por fin te encuentro! —alguien le tocó su hombro y ella se volteó—.

—¡Aah! Eres tú... —le contestó avergonzada—.

—Me quedé esperándote... ¿Te pasó algo? —preguntó el hombre curioso—.

—¡Ay, qué vergüenza con usted! —dijo bastante apenada—. Lo que pasa es que tuve que resolver un asunto pero, eso ya no importa...

Mi vicio y mi condenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora