Mi vicio y mi condena

Emociones a flote

[10:00 am]...

—¡Esteban! ¡Esteban! —alguien tocaba la puerta de la habitación del moreno—. ¡¿Sigues dormido?!

Él se despertó de repente un poco desconcertado.

—¡¿Quién es?! —gritó—.

—Soy Gaspar, acaso no me reconoces la voz o ¿qué?

—¡Voy! —se levantó y abrió la puerta adormitado—.

—¿Seguías durmiendo Lombardo? Mira no más las horas que son...

—Sí, te juro que si no llamas no me despierto por hoy.

—Pues, entonces te quedarás... ya todos estamos listos, es que ni siquiera te has bañado.

—¿Cómo así? ¿De qué hablas? —preguntó bastante confundido—.

—¿Cómo que de qué hablo? Ayer todos acordamos en ir a dar un paseo a caballo, ¿No te acuerdas?

—¡Cierto! —expresó acordándose—. ¡Cómo diablos se me olvidó!

—Ya todos estamos listos, solamente faltas tú, y yo te vine a buscar porque pensé que te estabas terminando de arreglar y... ¡Mira no más con lo que me encontré! —Gaspar rió y le dio un golpecito en el cachete—.

—¡Diles que me esperen!

—¿Cómo crees, Lombardo? ¿Acaso no te da vergüenza? Vas a quedar como un impuntual delante de todos, mejor les digo que estás indispuesto y que no puedes ir.

—¡No! —dijo contradiciéndolo—. Sí voy a ir, con nada me voy a perder este paseo, y tú como eres mi amigo vas a poner la cara por mi, les vas a ofrecer una disculpa de mi parte y por último les vas a decir que me esperen mientras yo me voy alistando rápidamente... ¡Entendido!

—¡Olvídalo!

—Sí lo vas a hacer... ¡Me voy a bañar! —salió corriendo y se metió al baño de su recamara—.

—Esteban, esto es un chistosoo, ¡Esteban! —se tocó la cabeza de forma impaciente—. ¡Con este verdaderamente no se puede! Ni modo Gaspar, te tocó poner la cara por tu queridísimo amigo... —se dijo a símismo y se regresó—.

Cuando llegó donde los demás con toda la vergüenza del mundo excusó al moreno y pidió que lo esperaran 10 minutos más.

[15 min después]...

—Señores, mis más sinceras disculpas, por favor. —expresó Esteban cuando llegó con los demás—. Olvidé programar mi alarma y como he tenido días muy pesados me quedé rendido.

—¡Tranquilo Esteban! A todos nos puede pasar... —mencionó Tatiana, la anfitriona—. ¿Cierto que sí? —los socios asintieron—.

—Bueno, ahora sí nos podemos ir. —agregó Mariana emocionada—. ¡Ya estamos completos!

—¿Completos? ¿Y Marcia? —preguntó Esteban con poco desconcertado—.

—Marcia se fue, Esteban... —afirmó Mariana—.

—¿Se fue? ¿Para dónde? —volvió a preguntar confundido—.

—Para la Cuidad de México... —reafirmó la otra socia—.

Al enterarse que su exesposa se había ido sentió como si le hubiese caído un baldado de agua fria.
Sin poder asimilarlo del todo su semblante cambió, y otra vez volvió a hacer preguntas.

—Y... ¿Por qué se fue? ¿Le pasó algo?

—La verdad es que cuando todos bajamos a desayunar ella llegó con su maleta, se despidió de nosotros y dijo que tenía que irse porque se le presentó un inconveniente y necesitaba resolverlo cuanto antes.
—agregó Tatiana—.