"La Habitación"

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El día siguiente llega, y me despierto sola en la habitación

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El día siguiente llega, y me despierto sola en la habitación. Miro a mi alrededor en busca de alguna señal de Dimitri, pero no hay rastro de él. Rosa entra con una bandeja de desayuno, y yo estoy desnuda bajo las sábanas.

La miro y le pregunto con ansiedad: —Buenos días Rosa, ¿dónde está Dimitri?.

Rosa parece un poco incómoda al responder:—buenos días, No lo sé con certeza, señorita. Salio muy temprano esta mañana sin decir a dónde iba. Parece que tenía asuntos que atender.

Después de que Rosa se va, me siento sola en esta habitación lujosa pero aterradora. Finalmente, me decido a levantarme de la cama. Me dirijo al vestidor y, con un suspiro, dejo caer las sábanas que cubren mi cuerpo.

Al mirarme en el espejo, siento una mezcla de curiosidad y aprensión. Al girarme, no puedo evitar ver las marcas en mi trasero. Las huellas rojas de las palmadas que Dimitri me dio ayer están claramente visibles. Es un recordatorio tangible de lo que ocurrió, y me hace cuestionar mis sentimientos y la extraña atracción que siento hacia él. No sé cómo manejarlo.

Permanezco un rato mirando las marcas en el espejo, tratando de procesar todo lo que ha sucedido. Mi mente se llena de preguntas y emociones confusas. ¿Qué significa esto? ¿Estoy dispuesta a seguir con esta situación? Las respuestas no son claras, y la incertidumbre es abrumadora.

Decidí volver a la habitación
. Me siento en el borde de la cama, y el dolor punzante de las marcas me recuerda lo que pasó. Las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas mientras me dejo caer de rodillas junto a la cama. Con la mirada fija en el suelo, susurro una oración, mi voz quebrada por el llanto.

—Dios mío,— comienzo, apenas audible, —sé que he pecado. Siento esta atracción por Dimitri, y no sé cómo controlarla. Perdóname por mis pensamientos y mis acciones. Ayúdame a encontrar el camino correcto.

Cada palabra es un alivio y una tortura al mismo tiempo. Las imágenes de la noche anterior, de Dimitri y su intensidad, siguen apareciendo en mi mente, avivando un fuego que no sé cómo apagar. Me siento atrapada entre el deseo y la culpa, sin saber cuál es mi verdadera voluntad.

—Por favor, Señor, dame la fuerza para resistir,— suplico, mis manos temblando mientras se unen en oración. —No quiero seguir por este camino, pero no sé cómo detenerme. Ayúdame a encontrar la paz en mi corazón y a perdonarme a mí misma.

El llanto se hace más fuerte, y me dejo caer hacia adelante, apoyando la frente en el suelo frío. Las palabras ya no salen de mis labios, solo sollozos y suspiros, mientras lucho con mis propios demonios internos.

El silencio de la habitación es roto únicamente por mis lloros, y en ese momento, siento una pequeña chispa de alivio. Sé que el camino hacia la redención será largo y difícil, pero en mi corazón, he dado el primer paso al pedir perdón y ayuda.

Después de ese momento decidí salir de la habitación, comino por los largos pasillos de la mansión, llego al final del pasillo y me encuentro frente a una puerta cerrada, luchando por girar el pomo sin éxito. La curiosidad me empuja a intentar entrar en esa habitación, pero está claramente cerrada con llave. En ese momento, el mismo hombre que me encontró en el bosque aparece de la nada, como un fantasma, y me sobresalta.

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