Al día siguiente, desperté sola en la habitación. La luz del sol entraba suavemente por las cortinas, creando un ambiente cálido pero vacío. Me levanté de la cama y busqué a Dimitri por la habitación. No había rastro de él. Revisé el baño, esperando encontrar alguna señal de su presencia, pero estaba igualmente desierto.
Decidí bajar para ver dónde estaba. Mientras descendía las escaleras, sentí una ligera inquietud en mi pecho. Llegué a la cocina, donde el aroma del café recién hecho y el sonido de la loza me dieron una sensación de normalidad. Saludé a todos con una sonrisa, tratando de esconder mi preocupación.
-Buenos días -dije mientras me acercaba a la mesa.
María, me devolvió la sonrisa amablemente.
-Buenos días, señorita Liliana. ¿Quiere un poco de café?
-Sí, por favor -respondí, aceptando la taza que me ofrecía-. María, ¿has visto a Dimitri?
Ella me miró con una expresión tranquila.
-Salió temprano, señorita. Quizás regrese más tarde.
Sentí una punzada de decepción, pero traté de no mostrarlo.
-Gracias, María.
Me senté a la mesa, revolviendo lentamente el café. Mis pensamientos estaban en Dimitri, en la conversación que habíamos tenido la noche anterior, en las confesiones que habían cambiado todo. ¿Dónde estaría ahora? ¿Qué estaría haciendo? La incertidumbre me invadía, pero intenté concentrarme en el presente.
Tomé un sorbo de café, disfrutando de su calor, y traté de calmar mis pensamientos. La casa estaba llena de vida, pero sin Dimitri, todo parecía un poco más vacío. Decidí que, pase lo que pase, encontraría la forma de entender lo que estaba pasando y, sobre todo, de estar a su lado cuando él estuviera listo para regresar.
Me encontraba en mi habitación, tratando de distraerme con algunos libros, pero mi mente no dejaba de vagar hacia Dimitri. La puerta se abrió suavemente y Rosa entró con una expresión animada.
-Liliana, el señor Dimitri acaba de llegar -anunció.
Sentí una mezcla de alivio y nerviosismo. Dejé el libro y bajé rápidamente las escaleras. Cuando estaba cerca de Dimitri, noté que su rostro estaba tenso y su expresión, furiosa. Me detuve en seco, observándolo con cautela.
Dimitri continuó caminando como si no me hubiera visto. A su lado, Sergei y Viktor lo seguían de cerca. Sergei me saludó con una sonrisa y yo le devolví una tímida.
-Hola, Liliana -dijo Sergei, su tono más suave que de costumbre.
-Hola -respondí en voz baja, intentando sonreír a pesar de la tensión en el aire.
Dimitri se detuvo bruscamente y se giró hacia mí, sus ojos oscuros llenos de una ira contenida.
-Liliana, sube a tu habitación y no salgas hasta que yo lo ordene -dijo, su voz firme y autoritaria.
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ÉXTASIS
RomanceEn un mundo donde la pureza se entrelaza con la crueldad, la historia de Liliana y Dimitri se teje en una telaraña de contrastes y pasiones prohibidas. Liliana, una joven criada en un convento rodeada de la paz y la bondad de las monjas, irradiaba d...