"La Finca"

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La luz del amanecer se filtra a través de las cortinas, bañando la habitación en tonos de oro y rosa

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La luz del amanecer se filtra a través de las cortinas, bañando la habitación en tonos de oro y rosa. Despierto en un lecho de seda y suspiros, el mundo exterior aún en silencio, salvo por el latido de mi propio corazón. Me siento en la cama, y el aire se llena con el susurro de las sábanas deslizándose sobre mi piel.

Dimitri emerge del vestidor, su figura recortada contra la luz que se derrama como líquido a través de la puerta abierta. -Buenos días, Koroleva,-dice, su voz es un hilo de terciopelo oscuro que se enreda alrededor de mi alma.

Frunzo el ceño, la palabra resonando en mi mente como una campana lejana. -¿Qué significa eso? Me llamaste así...-Las palabras se desvanecen en mis labios, temerosas de completar la pregunta.

-Es como te llamé cuando te secuestre -responde, y hay un destello de algo indescifrable en sus ojos. -Significa " reina" en ruso.

Si soy su reina, pienso, ¿por qué este título se siente como una corona de espinas? -Soy tu reina,-digo en voz alta.

Dimitri se acerca, su paso es el de un depredador, elegante y peligroso. -¿Tienes dudas de tu reinado?- pregunta, y hay un desafío en su mirada que me hace querer retroceder y avanzar al mismo tiempo.

A veces, Dimitri es un enigma, un día me trata como si fuera la dueña de su corazón, y al siguiente, como si fuera una pieza más en su juego de poder y dominación. Me pregunto si alguna vez entenderé un lugar qué ocupar en su mundo, si soy la reina en su tablero de ajedrez o simplemente una torre lista para ser sacrificada.

Con una voz temblorosa, le revelo a Dimitri mi deseo: -Quiero llamar a mis padres.

Dimitri me observa, su mirada es un océano de pensamientos insondables. Tras un segundo que parece una eternidad, asiente. -Le diré a Nikolai que te dé un teléfono,- dice con una calma que me desconcierta.

-¿En serio?-pregunto, la sorpresa tiñendo cada sílaba. -¿Me lo permitirás?, es decir ¿me daras un teléfono?

-Por supuesto,- responde Dimitri, y hay un atisbo de algo indefinible en su voz. -Recuerda que ahora eres mi esposa, y no horas que me arrepienta en dártelo ¿verdad que no conejita?

Asiento y bajo la cabeza, estoy confundí, con este cambio tan repentino en él, Dimitri se sienta en la cama y, con un gesto posesivo, toma mi barbilla entre sus dedos. -¿Qué sucede?- pregunta, su tono es suave pero firme.

-Nada,- miento, incapaz de expresar la maraña de emociones que me asfixian.

Dimitri me sostiene la mirada, y por un segundo, el mundo se detiene. Podría jurar que su mirada podría ver mi alma. Entonces, con un movimiento que borra todas las dudas, me besa. Es un beso que borra cualquier duda y despierta temores, un beso que es tanto una pregunta como una respuesta.

Cuando finalmente se separa, sus ojos siguen fijos en los míos, como si buscara algo que no puede encontrar. -Tengo que resolver algunos asuntos,-dice, su voz más suave de lo habitual. -No tardaré mucho, y después podremos recorrer la finca. Rosa te subirá el desayuno.

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