"regreso A Casa"

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Han pasado unos cuantos días desde que descubrí que estoy embarazada, y cada día que pasa, me resulta más difícil acostumbrarme a esta nueva realidad

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Han pasado unos cuantos días desde que descubrí que estoy embarazada, y cada día que pasa, me resulta más difícil acostumbrarme a esta nueva realidad. Las náuseas y el cansancio se han vuelto mis constantes compañeros, y aunque intento mantenerme fuerte, hay momentos en los que todo me abruma. Dimitri se ha mostrado más protector de lo usual, pendiente de cada detalle, pero aún no he encontrado el momento adecuado para hablarle de lo que vi hace unos días.

Estamos almorzando en la terraza, una ligera brisa mueve las cortinas y el sonido de los pájaros rompe el silencio. Dimitri está concentrado en sus pensamientos mientras corta la carne en su plato. Lo observo un momento, buscando las palabras adecuadas para preguntarle lo que me inquieta desde aquel día.

Tomo aire y me decido.

—Dimitri —digo suavemente, esperando captar su atención.

Levanta la mirada, sus ojos fríos y calculadores se posan en los míos, pero hay un atisbo de suavidad en ellos cuando me observa.

—¿Qué sucede, koroleva? —me pregunta, con esa voz profunda y tranquila que siempre usa conmigo.

Dudo un momento, pero sé que no puedo quedarme con esta pregunta más tiempo.

—Quería preguntarte algo... —miro hacia mi plato, jugando con el tenedor—. ¿Quién es la mujer que está en el complejo, en la habitación de Nikolai?

El ambiente parece tensarse de inmediato. Dimitri deja el cuchillo sobre la mesa con un pequeño golpe seco y se recuesta en su silla, sus ojos ahora mucho más fríos y calculadores, como si estuviera sopesando qué responder.

—¿De qué mujer hablas, Liliana? —pregunta, aunque su tono me dice que ya sabe de lo que hablo.

Siento un escalofrío recorrer mi espalda, pero no puedo retroceder ahora.

—Rosa y yo la vimos hace unos días —le explico, manteniendo mi voz lo más neutral posible—. Estaba sola, atada en la habitación de Nikolai. No sé quién es, pero... no puedo dejar de pensar en ella.

Dimitri permanece en silencio por un momento, sus ojos fijos en los míos como si estuviera evaluando cada una de mis palabras. Luego se inclina hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.

—Esa es información que no necesitas saber, cariño —responde con frialdad—. Hay cosas que suceden en este lugar que no te conciernen. Es mejor que te mantengas al margen.

Su respuesta me deja helada. No esperaba que fuera a compartir detalles, pero su tono, la frialdad en sus palabras, me hacen sentir pequeña, insignificante en medio de este complejo mundo que me rodea.

—Dimitri, solo quiero saber que hace ella aquí—insisto, mi voz un poco más firme ahora.

Dimitri se levanta de la mesa con un movimiento brusco, su expresión ahora endurecida.

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