"Aceptación"

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Voy subiendo las escaleras con una bandeja en las manos, con lo que Liliana me pidió: unas galletitas saladas y una manzanilla

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Voy subiendo las escaleras con una bandeja en las manos, con lo que Liliana me pidió: unas galletitas saladas y una manzanilla. Siento el peso de cada escalón, cada paso que doy parece más lento de lo habitual. Cuando entro en la habitación, veo a Liliana con los ojos aguados y el doctor Gober frente a la cama. La atmósfera está cargada de una tensión palpable.

—¿Qué pasa? —pregunto, pero nadie responde. La preocupación comienza a apoderarse de mí. Coloco la bandeja en la mesita de noche y me siento en la cama junto a Liliana. Ella se acerca a mí y me abraza con fuerza, su cuerpo temblando contra el mío. Vuelvo a preguntar, mi voz más urgente—. ¿Qué pasa? ¿Es algo grave?

El doctor Gober finalmente rompe el silencio, su tono grave y serio.

—Liliana está embarazada.

Me quedo paralizado por la noticia. No sé qué sentir en ese momento. Es como si el mundo hubiera dejado de girar por un instante. Mis pensamientos se agolpan, confusos, mientras intento procesar lo que acabo de escuchar.

—Posiblemente pasó mientras no tenía el dispositivo anticonceptivo —añade el doctor.

Liliana comienza a llorar más fuerte, su angustia evidente. Gober se da cuenta de que necesitamos un momento a solas y sale de la habitación, dejándonos en nuestra intimidad.

La abrazo más fuerte, sin saber qué decirle. Siento un torbellino de emociones dentro de mí, un sentimiento extraño y nuevo que nunca había experimentado antes. Liliana está embarazada, mi hijo está creciendo dentro de ella.

—Liliana… —susurro, mi voz temblando ligeramente—. Cariño…—no se que decir, por primera vez, no se que decir.

Ella me mira con lágrimas en los ojos, buscando consuelo en mi rostro. Le acaricio el cabello suavemente, tratando de transmitirle un poco de tranquilidad.

—Todo estará bien, ¿de acuerdo? —le digo, intentando sonar lo más firme posible—. Pase lo que pase, estamos juntos en esto.

Liliana asiente débilmente, aferrándose a mí como si fuera su ancla en medio de una tormenta. Su pelo me hace cosquillas en la barbilla al subirla a mi regazo e inhalo profundamente, mientras cierro mis ojos. Liliana no está enferma. Está embarazada de mi hijo. Suena irreal, antinatural. Se ve pequeña entre mis brazos, poco más grande que un niño, y ahora será madre… y yo voy a ser padre. Padre como el hombre que me trajo a la vida y me hizo el hombre que soy hoy.

De repente, me viene a la cabeza un recuerdo.

Flashbacks

—¡Cógela! —dice mientras me tira la pelota riendo.

Salto para cogerla y mis manos de niño de cinco años la atrapan al vuelo.

—¡La tengo! —Me siento muy orgulloso de mí mismo y lleno de alegría—. Padre, ¡la he atrapado al primer intento!

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