"Presagio"

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Miré el reloj y, con un juramento suave, me di cuenta de que estaba retrasada

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Miré el reloj y, con un juramento suave, me di cuenta de que estaba retrasada. Con pasos rápidos, me dirigí hacia el salón de artes, pero algo dentro de mí tenía otros planes. Mis pies me llevaron, casi sin darme cuenta, a la puerta de la enfermería. La puerta cerrada, que solía ser una barrera entre el mundo y los secretos que guardaba, ahora parecía un recordatorio de lo que había perdido.

Desde que Dimitri se fue, había un vacío que resonaba con cada latido de mi corazón. Su ausencia era una tormenta silenciosa que me envolvía, dejándome a la deriva en un mar de emociones tumultuosas. Un suspiro cansado escapó de mis labios; mi subconsciente aún no aceptaba que él ya no estaba aquí.

Me quedé un momento más frente a la puerta, permitiéndome sentir la totalidad de esa ausencia, antes de alejarme y retomar mi camino hacia el salón de clases. La vida continuaba, y con ella, las responsabilidades y las pequeñas alegrías de enseñar a los niños. Pero en algún lugar, en lo profundo de mi ser, sabía que la sombra de Dimitri seguía presente, un fantasma en los pasillos de mi mente.

Los niños, absortos en su mundo de colores y creatividad, no notaban mi conflicto interno. Sus risas y exclamaciones eran un contrapunto a la tormenta que se gestaba en mi interior.

Emily se acercó, su sonrisa era un remanso de paz en medio del caos. —Te Ves veo preocupada— dijo, su voz suave pero firme. —¿Quieres hablar de ello?.

—No es nada Em, sólo estoy cansada —Le dije tratando de ocultar mis sentimientos.

—Lili, deberías aprender a mentir mejor, porque eso se te da pésimo —me dijo con los brazos cruzados, esperando mi confesión.

—Es Dimitri... —confesé, sintiendo cómo mi voz se perdía entre el bullicio infantil. —Hay algo en él que me atrae y al mismo tiempo me intimida. Es como si pudiera ver a través de mí, descubriendo partes de mi ser que ni yo misma reconozco.

Emily me escuchó, su mirada era un refugio de comprensión. —Las personas llegan a nuestras vidas y nos revelan aspectos de nosotros mismos que ignorábamos, y no te culpa, ése hombre es un bombón y eso que solo lo vi dos veces mientras estuvo aquí — reflexionó. —Pero no te atormentes Lili ya se fue, y eso fue lo mejor, no se pero ese hombre aún que tengo aspecto de dios, es muy misterio y se ve que es peligroso.

La interrupción llegó en forma de niños risueños, con las manos pintadas y las caras iluminadas por la alegría. Forcé una sonrisa, pero en mi mente, sabía que Emily tenía razón. Con un suspiro dejemos el tema, era mejor olvidar de una vez por toda lo que sucede hace unos días.

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