"Mía"

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Me desperté sobresaltada, sintiendo una presencia en la habitación

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Me desperté sobresaltada, sintiendo una presencia en la habitación. Al abrir los ojos, me encontré con la figura de Dimitri, acompañado por otro hombre mayor. El hombre tenía una mirada serena y calculadora, y su presencia solo aumentó mi ansiedad.

Dimitri me miró con una sonrisa enigmática y presentó al hombre. —Liliana, este es el doctor Gober. Vendrá a asegurarse de que todo esté en orden, como hablamos anoche.

El doctor Gober me miró con un semblante serio y comenzó su examen. —Señorita, necesito hacerte algunas preguntas para asegurarme de que todo esté en orden. ¿Recuerdas cuándo fue su último período menstrual?

Traté de recordar, consciente de que estas preguntas eran necesarias, pero me sentí incómoda al responder. —Hace un par de semanas, creo.

Gober asintió y anotó algo en una libreta. —¿Y cuándo fue la última vez que tuvo relaciones sexuales?

El recuerdo de la noche que fui secuestrada inundó mi mente, y sentí un nudo en la garganta al responder. —Hace tres días.....

El doctor continuó tomando notas, y yo me sentí aún más vulnerable y expuesta. La conversación me recordó la horrible realidad de mi situación, y me pregunté cuánto tiempo más podría soportar este tormento.

El doctor Gober me miró y preguntó: —¿qué método anticonceptivo prefieres?

Antes de que pudiera responder, Dimitri intervino con voz firme. —Ponle algo que sea efectivo, que no tenga que estar pendiente de que se le pueda olvidar.

Mi mente se llenó de una mezcla de indignación y temor. Estaba en una pesadilla de la que no podía despertar, y estas decisiones eran tomadas por mí, sin mi consentimiento. Mi voz temblorosa respondió: —Está bien, algo efectivo.

El doctor Gober asintió y procedió con el procedimiento. Mientras me sometía a esta intervención forzada, no podía evitar pensar en la urgencia de encontrar una forma de escapar de esta prisión. Cada día que pasaba me acercaba un poco más al abismo, y necesitaba encontrar una salida antes de que fuera demasiado tarde.

Mientras el doctor Gober procedía a colocarme el dispositivo en el brazo, no pude evitar hacer una mueca de incomodidad, a pesar de la anestesia que se suponía debía hacerlo indoloro. Aun así, mis expresiones de dolor parecían no importar en este lugar. Estaba atada a la voluntad de Dimitri y sus asociados, sin control sobre mi propio cuerpo.

Dimitri, observando con un tono amenazante, le advirtió al doctor: —Ten cuidado, Gober.

La tensión en la habitación era palpable, y sentí como si estuviera al borde de un abismo sin fondo, sin saber a dónde me llevaría este oscuro viaje. Pero no podía permitir que me quebrantaran, debía encontrar una manera de recuperar mi libertad y escapar de esta pesadilla.

El doctor Gober terminó de colocar el dispositivo en mi brazo, y después de asegurarse de que todo estuviera en su lugar, Dimitri le preguntó con impaciencia: —¿Cuánto tiempo debemos esperar para que comience a hacer efecto?

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