"Naturaleza"

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La mayoría de los matrimonios se basan en el amor, pero el desafío es decidirse a mantener y hacer crecer ese amor

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La mayoría de los matrimonios se basan en el amor, pero el desafío es decidirse a mantener y hacer crecer ese amor. Ahí es donde interviene el compromiso. Dios considera que el matrimonio es un acuerdo entre el esposo y la esposa, así como un compromiso entre la pareja y Él.

¿Acaso el amor no es sufrido, es benigno? El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Eso es lo que las hermanas me enseñaron desde niña, ¿acaso eso no es el amor? Claro que no lo es, más bien es una obsesión, deseo y lujuria. Eso lo he sabido siempre. Dimitri nunca podrá amarme. No le importa si me hace daño con tal de hacer lo que quiera conmigo. Aún que, nuestro matrimonio fue básicamente forzado. No era así como imaginaba mi vida de casada.

Estoy tendida en la cama, con el peso de su cuerpo encima del mío. Siento cada caricia, cada beso, y aunque mi cuerpo responde por inercia, mi mente está lejos, atrapada en un torbellino de pensamientos y emociones. Me doy cuenta de que esto nunca cambiará. Él me posee como si fuera un objeto, un trofeo que ha conquistado, y no una persona con sentimientos y deseos propios.

Mi corazón late con fuerza mientras él me penetra, buscando en mi interior algo que yo no puedo darle: amor, aceptación, rendición. Cierro los ojos y dejo que mis pensamientos se disuelvan, tratando de no sentir nada, de no permitir que el dolor y la tristeza me consuman.

Dimitri me observa, sus ojos fijos en los míos, buscando algo que él mismo no puede definir.  Aunque lo que siente por mí es una mezcla confusa de obsesión y deseo. Aun así, no puedo evitar sentir una punzada de dolor al pensar que jamás podrá amarme de verdad.

—Liliana, —susurra con voz ronca mientras sigue moviéndose dentro de mí. Su aliento caliente roza mi piel y trato de mantenerme firme, de no mostrarle lo rota que estoy por dentro. Él no lo merece, no merece saber lo profundo que ha calado en mi alma.

Cuando finalmente llegamos al clímax, siento una mezcla de alivio y vacío. Se desploma a mi lado, respirando pesadamente, y me quedo mirando el techo, perdida en mis pensamientos. Sé que esto es mi realidad, que debo encontrar una manera de sobrevivir a este tormento sin perderme completamente en el proceso.

Me giro hacia él, encontrando su mirada intensa. Sé que no es amor lo que veo en sus ojos, pero hay algo más, algo que me hace temblar. Tal vez sea su propia lucha interna, su incapacidad para comprender lo que realmente significa amar a alguien. Pero eso no cambia nada.

Me levanto lentamente, tratando de no hacer ruido. Necesito escapar, aunque sea solo por un momento, de esta prisión que ha construido alrededor de mí. Camino hacia la ventana y miro hacia afuera, buscando algún signo de esperanza en la oscuridad de la noche.

Suspiro, permitiéndome unos instantes de vulnerabilidad. Sé que debo ser fuerte, que no puedo dejar que Dimitri vea lo que realmente siento. Pero a veces, la carga se vuelve insoportable, y me pregunto cuánto más podré soportar antes de quebrarme por completo.

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