DOS DÍAS SIN DIMITRI.
No me puedo creer que hayan pasado ya dos días sin Dimitri. He hecho mi rutina normal, pero sin él aquí, todo parece diferente. Vacío. Oscuro.
Es como si el sol se hubiera escondido detrás de una nube dejando al mundo en penumbra.
Es de locos. Completamente de locos. Ya he estado sin Dimitri antes. Cuando estaba en la isla, él se pasaba mucho tiempo de viaje. De hecho, pasó más tiempo fuera de la isla que en ella, y yo me las apañaba como podía para seguir con mi vida. Pero esta vez tengo que luchar continuamente contra un sentimiento de inquietud, de ansiedad, que se incrementa cada hora que pasa.-No sé qué me pasa -digo a Rosa durante nuestro paseo matutino-. He vivido vente años sin él y ahora, de repente, ¿ni siquiera puedo aguantar dos días?
Me sonríe.
-Claro. Sois inseparables, no me sorprende en absoluto. Nunca había visto a una pareja así de enamorada.
Suspiro y niego con la cabeza con desazón. A pesar de no parecer sentimental, Rosa tiene un inmenso lado romántico.-Te secuestró porque no podía vivir sin ti -dice vagamente cuando intento explicarle por qué a veces me reservo con Dimitri-. Es como las historias que lees en los libros o ves en las películas... -Me quedo mirándola perpleja, casi sin creer lo que oyen mis oídos. Después añade con tristeza-: Ojalá alguien me quisiera lo suficiente como para secuestrarme.
O sea que, efectivamente, Rosa no es la persona más indicada para hacerme entrar en razón. Piensa que la causa de que me deprima cuando no está Dimitri es el resultado natural de nuestra gran historia de amor en lugar de algo que, más bien, requiere ayuda psiquiátrica.
Claro que María tampoco sirve de gran ayuda.
-Es normal que eches de menos a tu marido -dice el ama de llaves mientras hago esfuerzos por comerme la cena-. Estoy segura de que Dimitri también te echa de menos.
-No sé, María -digo dudando y dando vueltas al arroz en el plato-. No he sabido nada de él a lo largo del día. Respondió a mi correo ayer, pero le he mandado dos hoy, y nada.
Creo que esto es lo que más me enfada. O bien a Dimitri le da igual que yo esté preocupada o bien está superocupado luchando contra terroristas. Ambas cosas me revuelven el estómago.
-Igual está volando a algún lado -razona María y se lleva mi plato-. O igual está en algún sitio sin cobertura. De verdad, no deberías preocuparte. Conozco a Dimitri y sé que puede cuidarse él solito.
-Seguro que sí, pero sigue siendo humano. Puede haber muerto de un disparo o de una bomba inesperada.
-Lo sé, Liliana -dice María con voz tierna, acariciándome el brazo. En el fondo de sus ojos marrones veo que ella también está preocupada-. Lo sé. Pero no puedo dejar que pienses esas cosas tan terribles. Seguro que tienes noticias de él dentro de unas horas. Como mucho, mañana por la mañana.
ME DUERMO A RATOS, me despierto cada par de horas para mirar el correo y el móvil. Por la mañana, aún no hay noticias de Dimitri. Me levanto cansada, medio dormida, pero resuelta: si Dimitri no me va a escribir, tendré que tomar cartas en el asunto.
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ÉXTASIS
RomanceEn un mundo donde la pureza se entrelaza con la crueldad, la historia de Liliana y Dimitri se teje en una telaraña de contrastes y pasiones prohibidas. Liliana, una joven criada en un convento rodeada de la paz y la bondad de las monjas, irradiaba d...