"Caos"

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El auto avanzaba lentamente por las iluminadas calles de París

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El auto avanzaba lentamente por las iluminadas calles de París. La ciudad brillaba con una belleza etérea, pero yo apenas podía disfrutar del paisaje. Dimitri había enviado un auto para llevarnos a la ópera mientras él resolvía algunos asuntos.

El silencio en el auto era incómodo. Aunque sabía que mis padres estaban a mi lado, la distancia emocional entre nosotros parecía insalvable. El hecho de que Dimitri no estuviera conmigo en ese momento solo aumentaba mi ansiedad.

Miré por la ventana, tratando de calmar mis pensamientos. Las luces de la ciudad pasaban como destellos fugaces, y por un momento, deseé poder escapar de todo esto, encontrar un lugar donde pudiera ser simplemente yo, sin la sombra de Dimitri o la carga de mis padres.

Cuando llegamos al teatro, una gran estructura adornada con elegancia y opulencia, sentí una oleada de nerviosismo. El anillo de seguridad de Dimitri estaba por todo el lugar, encubierto, asegurándose de que todo estuviera bajo control. Sabía que no podía dar un paso sin que ellos lo supieran.

Bajé del auto y tomé un respiro profundo antes de entrar al edificio. La opulencia del teatro era abrumadora, con sus candelabros dorados y su alfombra roja que parecía extenderse infinitamente. Al entrar, vi a mis padres esperándome cerca de la entrada principal.

—Liliana, aquí estamos —dijo  Claudia, con una sonrisa nerviosa.

Asentí y me acerqué a ellos, tratando de mantener la compostura.

—Vamos, no queremos llegar tarde —dijo Luis, señalando hacia las escaleras que llevaban al segundo piso.

Subimos las escaleras en silencio, y cuando llegamos a nuestra lujosa caja, me senté en una de las sillas acolchonadas, tratando de disfrutar del ambiente. La orquesta ya estaba afinando sus instrumentos, y la emoción en el aire era palpable.

Mientras mis padres se acomodaban, sentí la presencia invisible del equipo de seguridad de Dimitri. Aunque no podía verlos, sabía que estaban allí, vigilando cada movimiento.

La ópera comenzó, y la música llenó el teatro, llevándome momentáneamente lejos de mis preocupaciones. Pero justo cuando empezaba a relajarme, mi madre se inclinó hacia mí.

—Liliana, ¿podemos hablar un momento? —preguntó en voz baja, su tono lleno de preocupación.

La miré, un nudo formándose en mi estómago. No quería tener esta conversación, no ahora, no aquí. Pero asentí, sabiendo que no podía evitarla para siempre.

—Claro—dije, mi voz apenas audible por encima de la música.

—Sobre tu relación con Dimitri... —empezó, sus ojos buscando los míos—. No lo sé Liliana, se que me dijiste que estás feliz con él pero, algo me inquieta. ¿Estas segura que estás bien con él? ¿Él te trata bien?

Sus palabras me tomaron por sorpresa. No esperaba que abordara el tema tan directamente. Miré a mi padre, que también me observaba con una mezcla de preocupación y curiosidad.

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