"Familia"

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—Liliana, mi niña —mi madre me abraza con fuerza durante unos instantes, y siento cómo su corazón late con intensidad dentro de su pecho

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—Liliana, mi niña —mi madre me abraza con fuerza durante unos instantes, y siento cómo su corazón late con intensidad dentro de su pecho.

Cuando se retira un poco para poder mirarme, observo que sus ojos se han llenado de lágrimas.

—Nos alegramos mucho de verte —dice, casi susurrando, con una voz que parece salirle directamente del alma. Aunque sonrío, tampoco puedo contener las lágrimas.

—Yo también, mamá . Yo también. Os he echado mucho de menos a los dos.

Tras decir esto, caigo en la cuenta de que viajo acompañada. Me giro y noto que mamá está mirando a Rosa y a Dimitri con una sonrisa un tanto forzada.

Respiro profundamente y me preparo para lo que viene.

—Mamá, papá, esta es Rosa Martínez. Es mi mejor amiga de la finca. —Le dije a Lucas que nos acompañara a cenar, pero no ha querido. Me ha dicho que debe quedarse afuera por el protocolo de seguridad.

Mi madre asiente con la cabeza mientras mira a Dimitri con recelo. Luego, su sonrisa se vuelve un poco más afectuosa al mirar a mi amiga.

—Encantada de conocerte, Rosa. Nos han hablado de ti. Pasa, por favor.

Da un paso hacia atrás para dejar la entrada libre y Rosa entra con una sonrisa tímida. Dimitri entra detrás de ella con su paso tranquilo y seguro.

—Claudia. Es un gusto volver a verla. —Quien en su día fue mi apresador se agacha para darle un beso en la mejilla al estilo europeo, y se dibuja en mi cara una gran sonrisa. Esto deja a mi madre ruborizada como una colegiala delante del chico que le gusta. Mientras se recupera, Dimitri dirige su atención a mi padre—. Es un placer volver a verte Luís —dice mientras extiende el brazo para darle la mano.

—Lo mismo digo —contesta mi padre entre dientes. Tiende el brazo y le aprieta la mano con fuerza—. Me alegro de que finalmente hayas podido venir.

—Sí, yo también —dice Dimitri con tranquilidad mientras suelta la mano de mi padre. Me doy cuenta de que se le han quedado marcados los dedos donde mi padre le ha apretado especialmente fuerte, y me da un vuelco el corazón. Pero, aliviada, al mirarle la mano a mi padre, noto que no se han hecho daño.

Supongo que Dimitri no le tendrá en cuenta a mi padre esta pequeña reacción agresiva, o al menos, eso espero.

Mientras vamos al comedor, miro ñ disimulo a mi marido para contemplar lo guapo que es. Tener a quien un día fue mi secuestrador en casa es demasiado extraño. Estoy acostumbrada a estar con él en lugares más exóticos y desconocidos, no en nueva York. Ver a Dimitri en casa de mis padres es algo así como encontrarse un león salvaje en un centro comercial a las afueras de la ciudad: es extraño y un tanto siniestro.

—Estás muy delgada, tesoro —exclama mi madre mientras me mira de forma crítica al entrar en el comedor—. Era consciente de que aún no tendrías la tripa muy grande, pero parece que incluso has adelgazado.

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