"Sullivan"

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Tras mandarle un mensaje a Nikolai, abro la puerta y salgo al callejón detrás del club

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Tras mandarle un mensaje a Nikolai, abro la puerta y salgo al callejón detrás del club. El hedor de la basura me golpea de inmediato, mezclándose con el asqueroso olor a orina. Debe de haber llovido mientras estábamos dentro, porque el asfalto lleno de baches está mojado, y los charcos aceitosos reflejan la luz de una farola lejana.

Echo un vistazo meticuloso a mi alrededor, tratando de controlar la ansiedad y la rabia que hierven dentro de mí. Ya habrá tiempo de pensar en el rostro de Liliana cubierto de lágrimas, en cómo la he fallado, pero ahora mi mente tiene que estar enfocada en salvar a Rosa.

Se lo debo a ambas.

No veo a nadie cerca, así que me abro paso entre los contenedores de basura, dirigiéndome hacia la calle principal. Varias ratas huyen al verme pasar, pero no me importan. Me pregunto si pueden sentir lo que yo siento, la violencia que corre por mis venas, la sed de sangre que crece con cada paso.

Una muerte no será suficiente. Ni de cerca.

Doblo la esquina, mis pasos resonando en el suelo húmedo, y lo veo: dos figuras forcejeando junto a un todoterreno blanco, a menos de treinta metros de distancia.

El vestido amarillo de Rosa es inconfundible. El hombre está obligándola a entrar en el coche, y una furia incontrolable me consume de nuevo.

Saco el cuchillo y corro hacia ellos.

El agresor de Rosa me ve en el último momento. Sus ojos se abren con terror, y antes de que pueda reaccionar, empuja a Rosa hacia mí y se lanza al coche a toda prisa.

Agarro a Rosa antes de que caiga al suelo. Ella se aferra a mí, sollozando desesperadamente. Intento tranquilizarla mientras trato de soltarme de sus manos, pero ya es demasiado tarde.

El coche arranca con un rugido, las llantas chirrían cuando el maldito cobarde pisa a fondo para escapar.

¡Maldita sea! Jadeo mientras sigo el coche con la mirada hasta que desaparece. Sé que mis hombres están apostados en la intersección más cercana, pero el sentimiento de haber fallado me quema.

Pero un tiroteo llamaría demasiado la atención. Sin soltar a Rosa, saco el móvil y le ordeno a uno de mis hombres que siga al coche blanco.

Luego me centro en la mujer que tiembla entre mis brazos.

—Rosa. —Intento mantener la calma, aunque la adrenalina sigue corriendo por mis venas. La aparto de mí con suavidad para evaluar sus heridas. La mitad de su rostro está hinchado, cubierto de sangre seca, y tiene arañazos y moretones por todo el cuerpo. Para mi alivio, no parece tener huesos rotos. Sin embargo, está tan afectada que bajo el tono de voz, como si hablara con un niño—: ¿Estás muy herida, cielo?

—Él… ellos… —Las palabras no salen coherentes, y sigue temblando, con su vestido destrozado. Aprieto los dientes, luchando contra la ira que se acumula dentro de mí. Sé que lo que ha pasado le dejará cicatrices profundas.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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