AL PRINCIPIO solo hay oscuridad y dolor, un dolor que me desgarra. Un dolor que me destroza desde adentro. La oscuridad es más fácil. No hay dolor en ella, solo olvido. Sin embargo, odio la nada que me consume cuando estoy en ese vacío oscuro. Odio el vacío de la inexistencia. Con el tiempo, llego a anhelar el dolor porque es lo opuesto a ese vacío, porque sentir algo es mejor que no sentir nada.
Poco a poco, el oscuro vacío retrocede y disminuye su dominio sobre mí. Ahora, junto con el dolor, hay recuerdos. Algunos buenos, otros malos, me vienen sin cesar. La sonrisa de mi madre mientras me lee un cuento antes de dormir. La voz dura de mi padre y los puños aún más duros. Corro a través de la selva detrás de una mariposa colorida, tan feliz y despreocupado como solo un niño puede ser. Mato a mi primer hombre en esa selva. Juego con mi gata Lola, luego pesco y rio con una niña de doce años de ojos brillantes....
Sangre en mis manos, la satisfacción de oír los gritos de pobres diablos se cruzaron en mi camino. Comer sushi en el mejor restaurante de Tokio. Moscas que zumban sobre el cadáver de mi madre. La emoción de cerrar mi primer trato, el atractivo del dinero me atrapa. Más muerte y violencia. Mato y me deleito con ello.
Y luego está ella, mi Liliana. La chica que secuestré porque me recordaba a Elena. La chica que ahora es mi razón de ser. Mantengo su imagen en mi mente, dejando que todos los otros recuerdos se desvanezcan en el fondo. Solo quiero pensar en ella, quiero centrarme en ella. Ella consigue que el dolor se vaya, hace desaparecer la oscuridad. Puede que yo haya traído su sufrimiento, pero ella me ha traído la única felicidad que he conocido desde mis primeros años.
A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de otras cosas. Además del dolor, hay sonidos y sensaciones. Oigo voces y siento una brisa fría en la cara. Me arde el hombro izquierdo, el brazo roto me palpita, y me muero de sed. Sin embargo, parece que sigo vivo.
Muevo los dedos para verificarlo. Sí, vivo. Casi demasiado débil para moverme, pero vivo. Mierda. El resto de los recuerdos me invaden y, antes incluso de abrir los ojos, sé dónde estoy y sé que probablemente no debería haber luchado contra la oscuridad. El olvido habría sido mejor que esto.
-Bienvenido -dice un hombre con delicadeza. Al abrir los ojos veo la cara sonriente de Saul que se cierne sobre mí-. Llevas inconsciente demasiado tiempo. Es hora de empezar.
Me arrastran por el áspero piso de cemento, cada roce es una lija contra mi piel. El lugar huele a metal y a miedo; un solar en construcción que se asemeja más a una cámara de tortura que a un edificio industrial. La sala es un cubículo sin ventanas, solo la puerta como testigo silencioso de lo que está por venir. La lucha es inútil; las heridas han drenado mi fuerza, dejándome apenas un hilo de vida. Pero no me rendiré. Guardaré cada ápice de energía para el momento oportuno, porque sé que lo que me espera es un infierno personalizado.
Sin ceremonias, me despojan de mi ropa y mi dignidad, exponiendo cada cicatriz y cada historia que mi cuerpo cuenta. Me atan con cuerdas crudas que muerden mi piel, enrollándolas sobre una viga que parece gemir bajo el peso de mis pecados. La escayola de mi brazo izquierdo se quiebra con un crujido siniestro, y el dolor se dispara como relámpagos a través de mi conciencia. El mundo se desvanece en negro.
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ÉXTASIS
RomanceEn un mundo donde la pureza se entrelaza con la crueldad, la historia de Liliana y Dimitri se teje en una telaraña de contrastes y pasiones prohibidas. Liliana, una joven criada en un convento rodeada de la paz y la bondad de las monjas, irradiaba d...