"Revelación"

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Dimitri se marcha ese dia, paso todo el día encerrada en la habitación, al día siguiente, voy a la paya y nado un poco, para tratar de olvidar en el infierno qué estoy

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Dimitri se marcha ese dia, paso todo el día encerrada en la habitación, al día siguiente, voy a la paya y nado un poco, para tratar de olvidar en el infierno qué estoy. Callendo la noche, rosa me avisa qué Dimitri llamo para que me avisara qué cenaremos juntos. "No pude ser" ¿tan rápido volvió?

Cuando todo está listo, me dejan sola en el comedor, esperando a que llegue Dimitri. Mis sentimientos son un torbellino de emociones: nerviosismo y entusiasmo. A pesar del miedo que siento, no puedo evitar reconocer que siento cierta fascinación por él, por el demonio que decido secuestrarme. Surge una curiosidad irremediable hacia este hombre misterioso. ¿Quién es en realidad? ¿Qué busca de mí? ¿Por qué me eligió como su víctima?

No pasa ni un minuto cuando Dimitri entra en la habitación. Estoy sentada junto a la ventana, mirando al exterior. Puedo sentir su presencia incluso antes de verlo a mi lado. La atmósfera se llena de electricidad, cargada de expectación.

Me giro y lo observo mientras se acerca. En esta ocasión, viste un polo gris holgado y pantalones caqui, como si fuéramos a cenar en un lujoso club de campo. Mi corazón late tan rápido que parece que va a salir disparado de mi pecho. La sangre corre rápidamente por mis venas, y mi cuerpo empieza a reaccionar. Mis pechos se vuelven más sensibles, y mis pezones se endurecen bajo la delicada tela de la lencería. Siento la caricia del vestido en mis piernas desnudas y recuerdo cómo me tocaba, acariciando cada centímetro de mi cuerpo.

Los recuerdos provocan una humedad cálida entre mis piernas. Cuando finalmente llega a mi lado, se agacha ligeramente para darme un breve beso en los labios.

-Hola, Liliana -me saluda cuando se endereza y sus ojos se encuentran con los míos.

Sus labios perfectos se curvan en una sonrisa tan sensual como enigmática, dejándome momentáneamente sin palabras, mi mente embriagada por su cercanía. La sonrisa se ensancha aún más mientras camina hacia la mesa y se sienta a mi lado.

-¿Cómo ha sido tu día, mi conejita? -me pregunta con elegancia mientras coloca con destreza un trozo de pescado en su plato.

Es asombroso cómo esta sonrisa esconde un enigma tan oscuro. Finalmente reúno el valor para preguntar:-¿Por qué me llamas así?

-¿Cómo te llamo? ¿Mi conejita?

Asiento.

-Porque me recuerdas a una conejita -responde con un brillo de emoción en sus ojos-. Pequeña, suave y agradable al tacto. Me provocas la curiosidad de acariciarte, solo para ver si te acurrucas entre mis brazos.

Mis mejillas se tiñen de rojo, completamente ruborizada.

-No soy un animal.

-Por supuesto que no. No me gustan las prácticas de zoofilia.

-¿Entonces, qué te gusta? -suelto sin pensarlo mucho, aunque luego me arrepiento. No quiero enfurecerlo, después de todo, él me asusta. Para mi alivio, parece divertirse con mi osadía.

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