Estoy en mi habitación, rodeada por los colores y los lienzos que me brindan un refugio en medio de todo el caos. El suave movimiento del pincel sobre la tela me tranquiliza, permitiéndome perderme en un mundo que es solo mío. Cada trazo, cada mezcla de colores es una pequeña escapatoria, una manera de expresar lo que no puedo decir en voz alta.
De repente, la puerta se abre y Rosa entra, acompañada por dos guardias de seguridad de la casa. Su presencia rompe la calma de mi santuario, y dejo el pincel a un lado, mirando a Rosa con curiosidad y algo de aprensión.
—Señorita Liliana,—dice Rosa con su voz suave pero firme, —el señor Dimitri los ha enviado para llevar sus utensilios de pintura a otra habitación.
La sorpresa se apodera de mí. —¿A otra habitación? ¿Por qué?—pregunto, aunque sé que las órdenes de Dimitri rara vez vienen con explicaciones.
Rosa me ofrece una sonrisa tranquilizadora, aunque hay una pizca de lástima en su mirada. —No lo sé, señorita. Solo estoy cumpliendo con las órdenes.
Asiento lentamente, tratando de asimilar la información. Observo a los guardias mientras comienzan a recoger mis cosas con cuidado, embalando los pinceles, las pinturas y los lienzos con una precisión meticulosa. Mi pequeño refugio está siendo desmantelado ante mis ojos, y no puedo evitar sentir una punzada de pérdida.
—¿Sabes a dónde los están llevando?—pregunto a Rosa, intentando mantener la calma.
—A una habitación más grande, señorita. Tal parece que el señor quiere asegurarse de que tenga todo el espacio que necesita para su arte.
Sus palabras deberían ser reconfortantes, pero no lo son. No cuando sé que todo lo que hace Dimitri tiene un propósito, una razón oculta que casi nunca es para mi beneficio. Sin embargo, no tengo otra opción que aceptar lo que está ocurriendo.
Una vez que los guardias terminan de empacar todo, me guían hacia la nueva habitación. Al abrir la puerta, me encuentro con un espacio amplio, inundado de luz natural. Es mucho más grande que mi anterior habitación, con mesas largas y estanterías llenas de suministros. A pesar de mí misma, siento una chispa de emoción al ver todo el potencial que este lugar ofrece.
—Espero que esta habitación sea de su agrado,—dice uno de los guardias antes de salir, dejando a Rosa y a mí solas.
Rosa me observa por un momento antes de hablar. —Sé que es difícil, señorita Liliana. Pero creo que el señor realmente quiere que se sienta cómoda aquí.
No estoy segura de qué decir. La habitación es perfecta, sí, pero el cambio repentino me deja con una sensación de desasosiego. Aun así, trato de enfocarme en lo positivo. Este es un espacio donde puedo expandir mi creatividad, donde puedo seguir pintando y quizás, en algún momento, encontrar un poco de paz.
—Gracias, Rosa, y por favor deja de decir señorita. Somos de la misma edad, llámeme por mi nombre —digo finalmente, dándole una sonrisa que espero sea convincente.
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ÉXTASIS
RomanceEn un mundo donde la pureza se entrelaza con la crueldad, la historia de Liliana y Dimitri se teje en una telaraña de contrastes y pasiones prohibidas. Liliana, una joven criada en un convento rodeada de la paz y la bondad de las monjas, irradiaba d...