En un mundo donde la pureza se entrelaza con la crueldad, la historia de Liliana y Dimitri se teje en una telaraña de contrastes y pasiones prohibidas.
Liliana, una joven criada en un convento rodeada de la paz y la bondad de las monjas, irradiaba d...
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Mis ojos se acostumbraron lentamente a la oscuridad y comencé a analizar mi entorno. La habitación, aunque oscura, estaba bellamente decorada con tapices y muebles finos. Una gran cama con dosel y sábanas de seda ocupaba el centro, mientras que las paredes estaban adornadas con intrincados diseños dorados y cortinas pesadas que cubrían las ventanas.
También había un espejo de cuerpo entero enmarcado con oro en una de las paredes y, junto a él, una puerta que presumiblemente conducía a un baño, dado el brillo de mármol blanco que podía ver desde mi posición.
Me levanté cuidadosamente, sintiendo un ligero mareo. En ese momento me doy cuenta que estoy desnuda, serca de la cama veo una manta, con cuidado estiró mis manos y la alcanzó. Me pongo de pie dirigiéndome hacia la puerta principal, pero, como esperaba, estaba cerrada con llave. Probé la puerta del baño y, para mi sorpresa, estaba abierta. Entré rápidamente, buscando una salida o tal vez una ventana por la que podría escapar, pero solo encontré el lujo y opulencia de un baño espacioso.
Mientras intentaba pensar en una forma de escapar, escuché un ruido en la puerta principal de la habitación. Corrí hacia la cama y me escondí detrás de ella, asomando la cabeza lo suficiente para ver. La puerta se abrió lentamente y una figura familiar apareció en el umbral. Era Dimitri.
Caminó hacia el centro de la habitación, su presencia dominante llenando el espacio. —¡Hola Koroleva¡—dijo con voz calmada—no tienes por qué esconderte Liliana.
Me quedé helada, sin saber qué hacer o decir. Las preguntas se acumulaban en mi mente, pero no encontraba la voz para hacerlas. Finalmente, reuní el valor para enfrentarlo.
—Dimitri—comenzó mi voz, temblorosa pero firme—¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy? ¿Por qué me has traído aquí?.
El se acercó lentamente, su mirada fija en la mía. — No soporto verte serca de él.
Serca de él ¿de quien esta hablan? y de repente mi mente se aclara, estaba con Lucas en el parque. —Lucas.
El silencio llenó la habitación por un momento, con solo el leve zumbido de la lámpara de la habitación como fondo.
—No entiendo—dije, mis ojos llenos de confusión, —¿Qué tiene que ver Lucas con todo esto?.
Dimitri se acercó, sus ojos grises ahora severos y llenos de ira. —Desde el momento en que te vi en el convento, supe que eras especial. No puedo explicar por qué, pero sentí una conexión contigo, algo que nunca había sentido antes. Pero al verte con Lucas, algo en mí se encendió. No podía soportar la idea de que estuvieras con él.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al darme cuenta de la situación en la que me encontraba.
—¿Qué es lo que quieres?—le pregunté con la voz temblorosa. —No entiendo por qué estás haciendo esto. ¿Por qué no puedes simplemente dejarme en paz?.¿Qué le hiciste a Lucas?.
