Capitulo V

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Un cumpleaños feliz y una porción de torta después, la gente se comenzó a ir. Mi familia y yo nos quedamos un rato más por vivir al lado y porque ya que estamos nos conocemos más mientras ayudamos.

Estaba hablando con Amara cuando se acerca otra mujer que todavía no sabía su nombre.

—Mara, ¿Me ayudas, porfis? Tengo que guardar lo que queda afuera del frigorífico y se enredaron... las... malditas... luces. —Cada palabra fue con frustración tirando de las luces enredadas.

Se notaba cansada y un poco enrojecida por el ajetreo de ir de acá para allá.

—Busca a Luz, vayan a la cocina, tomen un poco de agua, luego despidan a los vecinos y a la cama. —Cuando vio que la mujer iba a protestar agregó —Es una orden, Mikeila. Estás cansada, Luz también y se niegan a aceptarlo. Si en diez minutos subo y no están en la cama vamos a tener otra charla severa.

Okey, sabía que la mujer de pelo castaño y de baja estatura se llamaba Mikeila. También sabía que Luz era la que estaba al fondo del jardín peleando para doblar el segundo inflable, que anteriormente la había visto con expresión de hierro y ahora su cara gritaba cansancio por todos lados. Y luego pensé en el comportamiento de las dos, pero no me parecía que ninguna este sufriendo, sino que se cuidaban y respetaban. Por último, me empezaba a dar una idea de la relación de los padres de los cinco hermanos y los dos gemelos.

Vi como Amara le dijo una cosa más en voz baja a Mikeila y luego la abrazó mientras le daba un beso en la coronilla. Estuvieron unos segundos más abrazadas. Cuando se separaron, Amara tenía una expresión más tranquila y Mikeila más relajada.

La última nombrada fue a buscar a Luz, le dijo algo que hizo que dejase las cosas de inmediato y aceptó la mano de Mikeila para incorporarse y acercarse nuevamente, todavía de la mano.

—Disculpa, Beth. Nos iremos a dormir, mucho estrés acumulado. Cuando quiera tu familia y tú organizamos una cena, se nota que les gustaste a los chicos —me dijo Mikeila cuando se acercó y me pareció muy tierna la escena que acababa de presenciar. Sentía una pequeña sonrisa que había quedado después de verla.

—No se preocupen, chicas. Las entiendo completamente, me pasa todos los días. Vayan tranquilas, ya nos veremos. —Las despedí con un mejilla y mejilla y vi cómo se dirigían a los hermanos para repetir el mismo proceso e irse dentro para terminar la ronda de saludos y descansar.

—Por tu cara puedo decir que ya sabes qué tipo de relación mantenemos —afirmó Amara y me dio cosa que sepa que sabía que había pasado allí.

Sin embargo, me armé de valor y dije:

—No son las tías de los chicos, ¿No? —Temía equivocarme y quedar en ridículo, pero ya lo había dicho. Que dios haga lo que quiera con eso.

Y cuando esperaba las palabras preguntando con había llegado a pensar eso, me recibió su sonrisa cálida.

—Usualmente no hago esta pregunta, pero muero de intriga... ¿Qué piensas?

—Ouh, emm, pues... Mientras sean felices y no me perjudique porque voy a opinar que está mal. Y, además, ¿Quién soy yo para opinar de una vida que no es mía? —Y luego decidí sincerarme un poco más: —De hecho, si digo la completa verdad, tengo curiosidad por ese tipo de parejas, siempre me llamó la atención.

—Entonces, alguna de estas tardes te invitaré a comer algo mientras te cuento las partes decentes de nuestra historia. —Me guiña un ojo y yo río a la par de ella—. Te lo contaría en este momento, pero es un poco muy larga y además parece que algunos te están buscando.

Giré la cabeza disimuladamente y vi de reojo como los hermanos estaban esperando a que terminara de hablar con su madre.

—¿No te están buscando a ti? —pregunté porque se me hacía raro que me estén buscando a mí.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora